El juego del ángel

David Martín es un joven que se gana la vida trabajando para un periódico conocido como “La voz de la industria”. Debido a su gran talento para contar historias, será repudiado por la envidia de sus compañeros y decidirá entonces trabajar para un misterioso editor francés: Andreas Corelli. Corelli le ofrece a David una cantidad exorbitante de dinero a cambio de que escriba para él un libro que constituya las bases de una nueva religión, es decir, algo así como una Biblia que invite a los leyentes a creer ciegamente en un nuevo dogma. de este modo, nuestro protagonista se verá envuelto en una trama de misterio, intriga y crímenes de la que le será imposible salir.

El nexo de unión entre “La sombra del viento” y “El juego del ángel” es una chica llamada Isabella Gispert, cuya conexión con el primer libro se revela en las últimas páginas de este. Además, El cementerio de los libros olvidados tiene, de nuevo, su aparición estrella, y la librería Sempere será también un espacio recurrente en la novela. En principio, estas dos historias no tienen nada que ver una con la otra (lo que es bastante cierto), pero en siguientes entregas se irá trazando poco a poco una clara conexión que une a los distintos personajes de estos dos libros.

Carlos Ruiz Zafón vuelve a sorprender con su prosa. La ambientación es sumamente importante en sus novelas, y en este caso nos encontramos en la Barcelona de los años veinte. Por tanto, “El juego del ángel” se ubica temporalmente unos años antes de su primera entrega, “La sombra del viento”. La forma en la que Zafón describe los diferentes lugares de la Barcelona del siglo XX nos permite proyectar una imagen mental sobre cómo debía ser la ciudad en aquel entonces. Por nuestra mente pasean imágenes sugerentes y vividas que nos permiten hacernos una idea sobre el aspecto de cada escena. Se sigue manteniendo esa esencia gótica con lugares tenebrosos, oscuros y peligrosos tan característica de Zafón. Además, respecto al aspecto narrativo, cabe destacar el recurrente uso de la ironía. En este libro el humor es sumamente inteligente y se utiliza sobre todo para criticar la hipocresía o la guerra, entre otros temas.

Lo que más me ha gustado del libro son las muchas diferencias que hay entre esta segunda parte y su primera entrega. Mientras que “La sombra del viento” es un libro redondo donde todo queda bien resuelto y explicado al final, “El juego del ángel” permite que sea el lector quien haga sus propias conjeturas y que sea él quien le dé un sentido a la historia. Y esto se debe a que muchas de las dudas que se nos plantean a lo largo de la narración no son resueltas nunca (aunque el autor nos va dejando pistas por el camino para que, con la información que obtenemos al final del libro, saquemos nuestras propias conclusiones). En resumidas cuentas, es un libro al que se le pueden dar varias interpretaciones, todas ellas válidas. Este hecho es algo que a mucha gente no le termina de convencer, sin embargo a mí me parece algo muy original y entretenido dejar que el lector sea quien decida en qué creer. Otra de las diferencias más significativas consiste en la elección del protagonista. Mientras que en el primer libro el protagonista es apenas un adolescente algo ingenuo y amable, en este libro el protagonista es un chico joven atormentado por sus malas decisiones y las desafortunadas circunstancias de su vida en general. La decadencia se apodera de él y el lector puede ir observando como el alma de este pobre escritor arruinado se destruye cada vez más. Mientras que Daniel era un narrador fiable y entrañable, es evidente que no nos podemos fiar de la palabra de David Martín, quien a veces parece describir cosas imposibles o sin sentido. También cabe mencionar que Zafón nos sorprende en esta entrega incluyendo elementos sobrenaturales que no tienen explicación aparente. Por eso, a diferencia de “La sombra del viento”, este libro posee un aura mucho más mágica a la vez que tenebrosa.

Sin embargo, también hay semejanzas entre los dos primeros libros de la tetralogía, por ejemplo, la exaltación de la lectura como método para ser personas libres y sabias. al igual que en la primera entrega, el descubrimiento de libros malditos desencadena una serie de acontecimientos repletos de intriga y oscuridad. Sin embargo, aquí se habla también de la escritura como una forma de plasmar tu alma en un papel (aunque esto no siempre es algo bueno). de hecho, será esta ambición de querer dejarse la piel en un libro lo que acarreará una serie de desafortunadas consecuencias a nuestro escritor protagonista.

En cuanto a los personajes, me ha gustado mucho que el protagonista, David, sea un personaje gris con más debilidades que fortalezas. No es ningún héroe, pero tampoco llega al extremo de ser un villano al uso. Por otro lado, personajes como Isabella son un soplo de aire fresco entre tanto asunto turbio. Ella es una chica de 17 años terca como una mula pero decidida y exigente. Sabe poner a David en su lugar cuando le corresponde y pienso que es un personaje muy maduro para su edad. Siguiendo con los personajes, en esta novela vuelven a aparecer los Sempere pero, ojo, al estar ambientada en los años veinte, los encargados de la librería son el padre de Daniel Sempere y su abuelo. Es decir, en esta novela podemos indagar un poco más acerca de la juventud del señor Sempere y conocemos por primera vez al abuelo Sempere. Daniel no aparece esta vez porque aún no había nacido. Y, para terminar, he de nombrar a Cristina, personaje que me ha causado más de un dolor de cabeza por lo difícil que se me hace comprender sus decisiones. Ella es el interés romántico de David y tendrá un papel importante a lo largo de la historia.

En conclusión, puedo decir que esta segunda parte me ha gustado tanto o más que la primera, ya que me ha cautivado desde el primer momento. Si te gustó “La sombra del viento”, es casi seguro que “El juego del ángel” conseguirá atraparte también. Repleto de asuntos turbulentos mezclados con algo de amor y humor perspicaz, esta novela hará sentir al lector muchas emociones diferentes entre las que destacan la sorpresa, la confusión y la compasión.

"Confié en que mi ausencia les hiciese felices, o que cuando menos les hiciera olvidar que no lo eran ni lo serían jamás."

Segunda entrega de El cementerio de los libros olvidados de Carlos Ruiz Zafón, aunque transcurre antes de la sombra del viento. Una vez más, como nos tiene acostumbrados el narrador barcelonés, nos sumergimos en un thriller rico y escrito con pulso demoledor, una combinación de trama adictiva con una escritura magistral. Conoceremos a David Martín, un joven escritor que hace un trato imposible a cambio de fortuna y, probablemente, su vida.

El talento de Zafón puede medirse en notable carácter a la hora de desarrollar los perfiles de una narrativa, su estilo es tan único y representativo que puede adolecer de repetitivo, pero es indudable que su prosa contiene algo especial, la hace seductora para el lector y el efecto que produce en su conjunto es realmente satisfactorio. Su amor por los libros evoca en una empatía con el lector que no consigue todo el mundo, su fe en el poder de la ficción resulta entrañable.

El juego del Ángel resulta irresistible e imprescindible para los que disfrutaron con La sombra del viento. Ambientada también en la Barcelona, esta vez de los años veinte, nos devuelve de forma entusiasta a ese cementerio de libros que eligen a sus lectores, en ese misterioso mundo gótico que solo Zafón escribía de forma tan cautivadora.

Dos años después de haber terminado La sombra del viento he decidido dejar de retrasar el momento y empezar El juego del ángel. ¿Por qué he esperado todo este tiempo si el primer libro me gustó tanto? Porque me soltaron un spoiler bastante importante y, tonta de mí, pensé que se me olvidaría si dejaba correr el tiempo suficiente. Error. Por suerte, el libro es tan cautivador que, al principio, me importó un pimiento saber de antemano la verdadera identidad del misterioso Andreas Corelli, y me dejé llevar por la exquisita pluma de Zafón entre las calles de Barcelona a principios del siglo XX. Pero a medida que avanzaba la trama y se sucedían los acontecimientos extraños e inverosímiles en la vida de David (y que mantienen al lector intrigado) para mí no tenían nada de misterioso porque sabía por qué se producían. La intriga es un elemento muy importante en este libro y yo no he podido disfrutar plenamente de él por culpa de ese maldito spoiler.

A pesar de todo, el libro se lee solo. Los pensamientos, sensaciones, conversaciones, descripciones y la propia trama te envuelven. Con este libro no te das cuenta de que el tiempo pasa. Sin embargo, llegó un momento que estaba leyendo y pensaba "esto no avanza". Noté que la trama se había estancado y Zafón se limitaba a dejar volar su retórica sin llegar a ninguna parte; el primer Acto se me hizo muy largo. Pero es cuestión de tener paciencia y seguir adelante porque en el segundo Acto vuelve a ponerse interesante con el inicio de una investigación detectivesca que nos llevará por los lugares más recónditos de Barcelona.

David, a pesar de ser el protagonista, nunca llegó a gustarme debido a su personalidad y su tendencia a ser melodramático. No se deja querer y repudia a las personas que intentan darle amistad. Por suerte a veces se muestra como un hombre cariñoso y agradecido, pero al instante vuelve a caer en el pozo de la melancolía y piensa que no se merece nada bueno en la vida; esta actitud a lo largo de más de 600 páginas acaba cansando... Además, el romance que se cuece me pareció de lo más forzado, no era necesario para la evolución de la historia y sólo sirve para rellenar capítulos. El constante aire de autocompasión de Cristina me pareció patético. Esta mujer se lamenta por casarse con un hombre al que no ama (nadie la obliga, ella misma se mete en ese fregao) y luego llora por las esquinas porque su verdadero amor se siente traicionado. ¡Hay que joderse! Pero, como ya he dicho, esto no es importante para la trama que tenemos entre manos.

Como suele ocurrir en la mayoría de libros de misterio, cuando apenas quedan 100 páginas para terminar, se produce un giro argumental totalmente inesperado que era imposible de adivinar por parte del lector. Por último, nos encontramos con un desenlace agridulce y poco esclarecedor que no me dejó satisfecha. Sigo sin tener claro por qué el señor Andreas Corelli, SPOILER que en realidad es el mismísimo Lucifer FIN monta semejante trampa dantesca para, al final, no sacar tajada... Me da la impresión de que el autor no sabía cómo terminar este libro después del cacao mental que había montado.

Aunque mi lectura ha navegado por aguas muy turbulentas, tengo muchas ganas de leer el siguiente libro de la trilogía y volver a encontrarme con el extraordinario estilo de Zafón. ¡Esta vez prometo no demorarme tanto tiempo!

Saludos ;)

La historia está narrada en primera persona por su protagonista, David Martín. de esta forma nos sumergimos completamente en la trama y en los sentimientos del protagonista. David es un joven que no ha tenido una vida fácil y que trabaja como "chico para todo" en "La Voz de la Industria". También encontramos a Pedro Vidal, hombre adinerado que no necesita trabajar y que está en el periódico por el puro placer de escribir. Vidal, se hizo cargo de David cuando se quedó sin familia y es quién le habla a Don Basilio, del talento del joven. El día que el contenido de la contraportada se cae, Basilio le da una oportunidad a David:
"Tráigame una historia, no un discurso..... Tráigame una historia que no haya leído antes y, si ya la he leído, tráigamela tan bien escrita y contada que no me dé ni cuenta".
Siento como, en esta frase, no solo le habla a David, sino también a todos los aspirantes a escritores. El libro está lleno de pequeños guiños a todos aquellos que hemos soñado alguna vez con vivir de la literatura.
Claro ejemplo es la historia de "Grandes Esperanzas", que no solo es importante por lo que el ejemplar físico en sí representa en la obra, sino también porque esta historia de Dickens impregna la vida del protagonista en relación con Pedro Vidal y Cristina Sagnier. Este no es el único que se menciona en la obra, de hecho, tanto de forma explícita como implícita se nos habla de otras obras. Además, se mencionan numerosos autores y libros . El talento de David se evidencia desde la primera publicación de sus relatos, por lo que acaba consiguiendo cierta fama que despierta las envidias y de la gente que le rodea. Ha cumplido su sueño pero ahora su entorno es mucho más hostil.
"La envidia es la religión de los mediocres".
Curioso como las referencias a la religión son constantes y, al mismo tiempo, pasan desapercibidas la primera vez que se lee el libro. Difícil no fijarse en ellas cuando el nudo de la historia se produce cuando aparece un misterioso editor francés llamado Andreas Corelli para ofrecerle a Martín una oferta que no podrá rechazar: escribir un libro que sea capaz de crear una nueva religión. Este pacto traerá terribles consecuencias en la vida de David y lo sumerge a la vez en una peligrosa investigación sobre un hombre que parece coincidir con él en demasiadas cosas. Como todo buen escritor, siente intensamente. Es imposible leer su historia y no meterse en su piel. Desde el amor que siente por Cristina, hasta el erotismo que le despierta Chloé pasando por ese amor casi platónico que hay entre él y su ayudante. Sin olvidar el sentimiento fraternal entre el librero Sempere y él; personalmente estas dos últimas relaciones muestran que detrás el cinismo del protagonista, hay más generosidad y bondad de la que él cree. Isabella y Sempere son capaces de mostrar su parte más más tierna y vulnerable. No tiene un ritmo trepidante, pero el ritmo de la acción es perfecto. Se trata de disfrutar de cada giro, recrearse con cada situación, disfrutar de cada personaje y sentir lo que el protagonista siente. Los diálogos son insuperables. En ellos se critica cuestiones tan importantes como las desigualdades sociales, las injusticias políticas y el fanatismo religioso. Las frases de muchos personajes son como puñetazos en la hipocresía que te hacen sonreír .

El misterio que plantea un libro no se limita a las páginas donde se narra la historia.
Las palabras son un misterio, son a veces cárceles y otras veces las puertas que se abren, las ventanas que golpeadas por el viento de las posibilidades nos develan misterios y nos proponen alternativas para que la imaginación pueda galopar más allá incluso de la última palabra de un libro.
Así se sienten las novelas de Carlos Ruiz Zafón, un escritor cuya imaginación contagia, un artífice de la palabra escrita y un artesano de historias.

“Un escritor nunca olvida la primera vez que acepta unas monedas o un elogio a cambio de una historia. Nunca olvida la primera vez que siente el dulce veneno de la vanidad en la sangre y cree que si consigue que nadie descubra su falta de talento, el sueño de la literatura será capaz de poner techo sobre su cabeza, un plato caliente al final del día y lo que más anhela: su nombre impreso en un miserable pedazo de papel que seguramente vivirá más que él. Un escritor está condenado a recordar ese momento, porque para entonces ya está perdido y su alma tiene precio”

Estas son las palabras iniciales de El juego del ángel que resumen de una manera perfecta el contenido de la historia. Claro que el lector a esa altura todavía no lo sabe pero cuando llega a las palabras finales…

“Estas páginas serán nuestra memoria hasta que su último aliento se pague en mis brazos y la acompañe mar adentro, donde rompe la corriente, para sumergirme con ella para siempre y poder al fin huir a un lugar donde ni el infierno ni el celo nos puedan encontrar jamás.”

…habrá sido participe de un pacto de honor y horror no deseado ni buscado pero inevitable y habrá sucumbido como el protagonista de El juego del ángel a la necesidad de desentrañar misterios ocultos.
Esas palabras finales cierran magistralmente un círculo de luchas, de intentos vanos, de amores resucitados que son ni más ni menos que el alma de todo el que escribe y dedica una vida a poner en palabras la vida que se vive fuera y dentro del alma.

El juego del ángel es la segunda entrega de la Trilogía El cementerio de los libros olvidados que cierra con El prisionero del cielo.

La historia se desarrolla en la turbulenta Barcelona de los años 20 cuando un joven escritor, David Martin, obsesionado con un amor imposible recibe la oferta de un misterioso editor, Andreas Corelli, para escribir un libro como no ha existido nunca.

“Querido David, la vida está hecha de grandes esperanzas. Cuando esté listo para hacer las suyas realidad, póngase en contacto conmigo. Estaré esperando.
Sui amigo y lector
A.C”

A la propuesta por demás misteriosa de Correlli se suma el hecho de que David decide alquilar una casa que está deshabitada desde hace décadas y que encierra entre sus paredes un enigma aún más insondable que la escritura de un libro extraño y que de alguna manera abre y complica y cierra finalmente, la trama de la historia.
Poco a poco David se va enredando en una red de intrigas y amores, de malicia y pactos extraños que lo arrastran sin remedio hacia un final impensado.
Muchos han tachado a Carlos Ruiz Zafón de autoplagiarse con esta segunda entrega. No diría lo mismo, si bien se retoman muchos puntos en común con el anterior y primer libro de la trilogía, no son similitudes sino más bien puntos de contacto. Esta historia completa de alguna forma la vida de los protagonistas de la primera y es un trabajo que sin duda sorprende. Normalmente el lector busca en un segundo tomo la continuación de la vida de los personajes del primero y sin embargo, en El juego del ángel, descubre otra cosa. A mí no me ha desencantado, por el contrario. Aunque también fui en busca de ver como continuaba la vida de Daniel Sempere hallé un guiño del autor que me pareció fabuloso, fuera de lo común y que por supuesto no develaré, si bien no forma parte de la trama, dejaré al lector el placer de descubrirlo.

Es cierto que Carlos Ruiz Zafón empalaga por momentos con lo que considero una superabundancia de imágenes y metáforas, no obstante, hay que reconocer que el 70 % de ellas son de calidad absoluta aunque muchas prescindibles para quienes buscan una lectura más ágil y simple. El estilo del autor es casualmente metafórico y, mal que les pese a los que no disfrutan con eso, nadie podrá negar que es un estilo absolutamente atrapante toda vez que las historias nos van arrastrando en una especie de torbellino o fuerza centrípeta de parece fagocitarse a sus personajes para luego vomitarlos y seguir adelante hasta el punto final.

De más está decir que voy en busca de la tercera entrega de la trilogía El prisionero del cielo.
Los espero en la inevitable reseña que ya llega…


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