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Aura, de Carlos Fuentes, es considerada no un relato largo, no una novela, sino una nouvelle, género que cabalga entre los dos ya mencionados. Lo impresionante de la trama es que transcurre en un caserón de la calle de Donceles de la ciudad de México, hoy zona de libreros de medio uso, donde un joven aspirante a historiador y traductor del francés es contratado para que descifre unos documentos dejados por un hombre que ya hace tiempo murió. Y entonces comienza la aventura. Carlos Fuentes recurre al mito celta de la famosa wicca y la traslada a la trama mexicana. La wicca, la misma figura que la iglesia católica satanizó, como lo hizo con todos los símbolos de las culturas que antecedieron la llegada de la Iglesia católica a la primera página de la historia y la convirtiera, por una derivación del antiguo inglés en witch, es decir, de la mujer sabia del pueblo celta, encargada de tomar las grandes decisiones de aquellas tierras ancestrales, la que reunía las tres mujeres básicas: la niña, la joven y la anciana, se impuso la idea de la bruja. La revelación será contundente en la novela de Fuentes. Prohibida por un funcionario de Educación, cobró un mayor auge de ventas en nuestro país, de tal manera que Carlos Fuentes quería darle trabajo de agente editorial al susodicho funcionario de gobierno para ver si el resto de sus títulos -vía la prohibición- se eleva de nueva cuenta en ventas. Aura, de Carlos Fuentes, altamente recomendable.
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