Cuatro hermanas

Años 70, Misuri. Tres hermanas vuelven a la casa rural de sus padres. Como todos los veranos, dejan en pausa sus vidas adultas y cosmopolitas para regresar al hogar del que surgieron, con la intención implícita de evocar y rememorar lo que siempre fueron como familia. Vuelven para sentirse de nuevo siendo las hijas pequeñas de sus padres y para saborear ese ambiente protector y bucólico, lleno de rutinas y de tareas por hacer. 🍃 Paralelamente, la narración regresa al pasado para contar la historia de cada uno de los seis protagonistas. Permitiéndonos entender y comprender muchos de los hechos futuros y los secretos que callarán para mantener la estabilidad familiar. 🍃

Si algo es "Cuatro hermanas" es emoción, costumbrismo representado en una época en la que importaban los modales y las creencias religiosas. Habrá hechos con los que reír, con los que enamorarse y con los que llorar. También momentos en los que seremos confesores de sus preocupaciones y secretos. Y es que esta familia es una familia normal, no es perfecta, solo es el resultado de su vida, de sus decisiones y errores, aunque por encima de todo flote ese sentimiento de familia.
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Una delicia de lectura que apetece en esta época en la que es más sencillo sentir ese olor a campo y el calor de las tardes de verano que, al igual que a sus personajes, acabará por envolvernos.
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"A veces pensaba que la niña era su castigo. Por mucho que tratara de negarlo, la había engendrado en pecado."
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Principios de los años 50. Las hermanas Soames pasan dos semanas con sus padres, como todos los veranos, en la granja familiar en Misuri. Días cálidos, baños en el arroyo y cenas en el porche a base de asado, guisantes y puré de patatas.
Hay cariño, risas y comprensión. También decepciones, expectativas no cumplidas, celos y secretos. Una familia.
Aparte de una prosa sencilla y de unas descripciones de la naturaleza que te zambullen en medio del campo, el acierto del libro es que todos los personajes tienen voz, por lo que conocemos los puntos de vista de cada uno de ellos, con todos sus matices.
Jetta Carleton (1913-1999) fue profesora, publicista y tuvo una pequeña editorial. Cuatro hermanas fue la única novela que escribió, inspirándose en su familia.

Luis Solano, editor de Libros del Asteroide, dijo en una entrevista cuando le preguntaron por este libro: «Recuerdo que hice un viaje de Barcelona a Madrid y me sorprendí a las dos horas de lectura, llorando. Y tuve claro que teníamos que publicarlo, fue un flechazo». Sí, llorando. Yo también he llorado con este libro. Y de antemano aviso que siento una cierta repulsa hacia los dramones literarios, esos de historias rebuscadas y melodramáticas que tiran de recursos fáciles para emocionar al lector. Pero, por supuesto, este no es uno de esos libros. Su gran mérito consiste, sin duda alguna, en conmover a quien lo lee desde su misma altura. No desde arriba, tirando de su admiración o autoconmiseración, ni desde abajo, tirando de la compasión o la injusticia, sino contando una historia "normal" de una familia "normal" a la que le suceden cosas "normales". Jetta juega con una idea que a todos enternece: las relaciones con los padres que en muchas ocasiones se congelan en el tiempo haciendo que nos creamos la ilusión de que con ellos podemos sentirnos seguros, son nuestras personas-refugio, la cocina símbolo del vientre materno, el jardín donde explorar sin sentir miedo, las personas que siempre nos apoyarán y aceptarán hagamos lo que hagamos, seamos como seamos, pase lo que pase.
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