El séptimo hijo

Preferiría oír mil verdades duras y amargas de ti, hija, que una mentira fácil e inofensiva

Cuando te rodee la luz, Bill, ¿cómo sabrás si es la gloria de Dios o las llamas del infierno?

El predicador se había refugiado en la autoridad tan pronto como empezó a temer que sus ideas pudiesen no sostenerse por sí mismas. Cuando la autoridad se erigía como arbitro, era imposible todo debate racional.

Un hombre siempre supone en los demás la misma virtud que él mismo cree tener

Un buen día entrarás en la misma boca del infierno, Bill, sólo para descubrir si el diablo tiene caries en los dientes.

Porque esconderse del enemigo es lo mismo que dejarlo vencer.

Decidió que los domingos por la mañana habían sido creados para que los pecadores tuvieran una muestra del primer día de la eternidad en el infierno. [Se refiere al tiempo que pasa en la iglesia]

—Nunca es mi intención fisgonear.
—¿Qué quieres decir? ¿Que fisgoneas por accidente?

Todo lo que puede ser creído es imagen de la verdad. Si me parece cierto, debe haber algo cierto en él, aunque no todo sea verdad. Y si lo analizo, tal vez pueda descubrir

—Es algo terrible tener que enviar a un hijo a un sitio lejano a que viva con extraños...
—Pero es peor sepultarlo...
—Sí. No hay nada que pueda ser peor que sepultarlo.