Azucre: Una epopeya

Bibiana Candia me ha puesto la cabeza como un bombo.

¡Alto, un momento! ¡Paren las rotativas!
¡Esto no es serio!
¡Cómo dos bombos!

En especial cuando la autora repite hasta el hartazgo lo de punta tacón. Que uno a danzas y muñeiras las respeta, pero me interesan lo mismo que las alineaciones de la final de la copa resignación Malta-Andorra.

No es para menos.
144 páginas de prosa poética para narrar como unos niños fueron reclutados para trabajar el azúcar en Cuba con la esperanza de un futuro mejor, y acabaron siendo vendidos como esclavos, a mi se me antojan aburridas.

No puedo decir que esté mal escrito, muy al contrario, lo está de forma exquisita, pero no es ni por asomo lo que esperaba.

No eres tú. Soy yo.
Hay belleza en cada línea. En cada palabra y trazo que forman el conjunto de la novela hay poesía, música, pobreza y hambre.
Pero tu hermosura no me atrae. de esto solo hay un culpable.
Yo.

Una autora que defiende su tierra con uñas y dientes. Como buena hija. Por ello la aplaudo.
Por dejar en papel un trocito de la historia de su Galicia a la par que sirva como denuncia de unos hechos que francamente desconocía.

Pero en su forma de escribir, en sus rarezas, y en muchos de los suspiros que no le logré entender, naufragué.

Galicia invadida por el cólera, por pirrica cosechas que apenas dan de comer a los gusanos.
Por lluvias y grises cielos que no acompañan.
Por el hambre y un futuro poco prometedor.

Y una Habana llena de luz, de calor, de sol, de coloridas casas que engañan pues el único paraíso es el de la esclavitud.

En realidad al libro no le saco más que el "pero" que a otros muchos. Bellas palabras, si, y tramos solo al alcance de la autora, también.

No es una mala obra. Simplemente no me gusta la forma en la que está escrita. No consigue transmitirme el más leve cosquilleo.
No hay mariposas amarillas bailando a mi alrededor.

Y contra esto, ni ella ni yo podemos luchar.

En 1853 la tierra gallega se pudría machacada por unas lluvias que no daban descanso ni posibilidad de que nada germinase. Para colmo de males, el cólera campaba a sus anchas y se cebaba con una población ya hambrienta y pobre. Ante la falta de esperanza en sus aldeas natales, más de mil jóvenes gallegos se embarcan hacia Cuba para trabajar en los campos de azúcar de la colonia española. En Cuba tienen puestos sus sueños de prosperidad para ellos y sus familias -que se quedan en España- y parten con miedo a lo desconocido, pero también con la visión de una salvación que acabará convirtiéndose en un espejismo, ya que esos ‘rapaces' fueron tratados como mercancía y acabaron siendo esclavos, trabajando y viviendo en condiciones infrahumanas, encerrados, sucios, hambrientos, maltratados…y todo ello de manos de otro español, gallego, que lo único que lo diferenciaba de ellos era el dinero y el poder que él sí tenía.

Como dice Juan Tallón “Azucre es un viaje al horror” que ocurrió realmente y que a pesar de ser un hecho histórico que no ha estado escondido -como matiza su autora- no se conoce. No ha pasado de boca en boca de generación en generación como otros acontecimientos, y esta novela nos muestra ese capítulo horrible de nuestra Historia y nos pone en las manos eso que debería haber llegado a través de la cultura popular y que nunca llegó.

Bibiana Candia se centra muchísimo en los personajes, es una novela muy humana que, hecho histórico aparte, consigue que empaticemos sobremanera con los chicos, con sus miedos e ilusiones, con sus supersticiones, con sus ideas sobre cielo e infierno (manipulados por la religión y el poder), su deslumbramiento ante las cosas, lugares y costumbres nuevas, con su inocencia de casi niños que nunca salieron de su casa…y todo esto lo consigue sin regodeo en la miseria (o tal vez porque no hay ese regodeo).
La historia que, tras un exhaustivo trabajo de documentación, recupera Candia es triste, descorazonadora y por momentos muy dura, pero narrada con tal belleza -se nota a la legua la faceta de poeta de la autora- que es imposible no querer leer más. Para acabar de hacer una novela apasionante, a la belleza de la prosa se une la estructura de capítulos cortos, la narración en primera persona durante casi toda la obra, las palabras gallegas que se cuelan aquí y allá y la agilidad de la narración.

No pude dejar de pensar durante toda la lectura en que estos hechos sucedieron a mediados del S. XIX, pero ¿Acaso no sucede hoy lo mismo? ¿No hay personas saliendo de sus lugares de origen persiguiendo un futuro brillante (o al menos más humano que el que les espera) y lo que encuentran es algo aún peor que de lo que huyen? ¿No sigue el poder buscando conseguir sus propósitos a cualquier precio, incluso manipulando a los que, por unas razones u otras, están (o son) más débiles? ¿Cuánto paga una persona por llegar a Europa, cuánto se juega su vida, para llegar y topar con la falta de corazón que va a abusar de él? ¿No es el sentimiento de desarraigo algo que está a la orden del día en este mundo globalizado?

Una novela preciosa que hay que leer por varias razones: el disfrute lector es una, pero creo que la más importante es la necesidad de que la Historia no quede en el olvido. Recordar para homenajear, pero, sobre todo, para no repetir.
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Este libro está basado en la historia real de los 1700 gallegos que viajaron a mediados del s.XIX a Cuba en busca de un futuro mejor. El año en que se ambienta la novela fue el más lluvioso de la historia de Coruña, lo cual arruinó las cosechas y por ende el modus vivendi de la gente. Esto se juntó con la llegada del cólera a la región, nada controlable en una época en la que cualquier enfermedad se consideraba obra de Satanás por haber cometido algún pecado. Así, la promesa de hacer dinero cultivando el azúcar en Cuba tentó a muchos hombres y niños, que son los protagonistas de esta novela.

Si bien la historia de la que trata el libro es real, sus personajes son ficticios, pero sirven a la perfección de ejemplo de aquellos que sufrieron este engaño orquestado por Urbano Feijóo de Sotomayor, un empresario gallego que hizo dinero a base de traficar con esclavos, y cuando vio que podía reducir la mano de obra sustituyendo jornaleros negros por gallegos, no dudó en hacer el llamamiento. Orestes, Rañeta, el Comido, el Tísico, etc. son algunos de esos chavales que emprendieron el viaje que acabaría con la vida de la mayoría de ellos, sufriendo por las altas temperaturas y jornadas de trabajo de 18 horas. Pero, a pesar de su pésimo estado, pervive en ellos ese ansia de vivir que les infunde resistencia y valor para enfrentar la injusticia, aunque sea con escaso éxito.

Es un libro que se lee casi de una sentada, puesto que está escrito a modo de breves textos que desarrollan momentos puntuales de sus vivencias. Me parece que describe muy bien las penurias de entonces, es fácil imaginar cada personaje y escenario, y además consigue transmitir la impotencia y tristeza que debieron sentir aquellos que de verdad lo vivieron. Creo que es muy importante que se cuenten estas historias olvidadas y hagamos reflexión sobre ellas, para no repetir lo mismo con aquellos que vienen a trabajar la tierra en nuestro propio país.

La primera vez que oí la sorprendente historia de “Azucre” no daba credito: mil setecientos jóvenes gallegos emprendieron a mitad del siglo XIX un largo viaje a Cuba con la idea de trabajar en las plantaciones de caña de azúcar, sin tener ni idea, hasta que llegaron allí, de que habían sido vendidos como esclavos.

Lo cierto es que no es esta una novela histórica, ni mucho menos. Bibiana nos informa en una nota final de que en el archivo del Congreso de los Diputados están almacenadas cartas que pudieron enviar algunos jóvenes a sus familiares para pedirles ayuda, pero más allá de eso no nos da explicaciones de cómo fue el proceso de compra-venta, o qué ocurrió con el empresario y político que tuvo la brillante idea de vender a sus compatriotas.

La autora prefiere partir de este hecho real para contar una historia en clave intimista, adoptando la perspectiva de varios de estos jóvenes, desde que se deciden a embarcarse porque en sus tierras solo encontraban pobreza y enfermedad. Les esperaba un viaje en condiciones infrahumanas, rodeados de ratas y sin que les permitieran salir a la cubierta; y una vez en tierras cubanas, la explotación durante jornadas interminables al ritmo del látigo, las vejaciones y los gritos.

Una historia dolorosa, que combina la delicadeza de algunos poéticos fragmentos con otros momentos donde no escatima en mostrar la crueldad del ser humano.

Una humilde obra que te hará reflexionar.

Es un relato novelado que nos cuenta la experiencia de unos jóvenes gallegos en 1853, que tras la situación económica y con la epidemia del cólera en Galicia deciden dejar todo atrás y emigrar a Cuba para escapar de la pobreza. Allí descubrirán que han sido vendidos como esclavos para trabajar en las plantaciones de azúcar del también gallego Feijóo de Sotomayor, afincado en la isla. Tirando por los suelos la esperanza y la ilusión por conseguir una vida mejor para ellos y para sus familias. Seremos partícipes de la desesperación y la resignación que sufrirán.

Mentiría si os dijera que no es una novela dura porque si lo es. Es dura y triste donde hay violencia y crueldad. La historia está basada en un hecho histórico real que está contado de una manera íntima. Con una narración exquisita y muy visual. Su prosa es poética, sencilla, directa y concisa.

Me ha parecido un libro maravilloso, de sentimientos y sensaciones. Que narra el terrible suceso en las colonias españolas de ultramar con sus luces y sombras.

Por ponerle un pero, os diré que tal vez se me ha quedado un poco corto en algunos aspectos, ya que hay personajes que están muy definidos y son entrañables y hay otros de los que me hubiera gustado saber más. Su estructura es muy original pero también es cierto que algo desordenada.
Aún así ha sido una lectura muy bonita. La historia es estremecedora pero esta bellamente contada. Os la recomiendo mucho