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La historia se centra en un brote de la peste en la ciudad de Orán, en Argelia, a través de las experiencias principalmente del doctor Rieux, pero también del voluntario Tarrou, el periodista Rambert, el funcionario y escritor frustrado Grand, el padre Paneloux, y el contrabandista Cottard, que aprovecha la peste para escapar de un proceso judicial. La novela narra minuciosa y a veces brutalmente las etapas que atraviesa la población durante la peste (la negación, la subestimación, la aceptación, el miedo, la nostalgia de los seres queridos en el aislamiento, el enfrentar la realidad de la muerte, la esperanza), de un modo que en este momento que atravesamos caló muy hondo en mí. Pero creo que lo más importante es que Camus deja entrever, en medio de la desgracia, que ese tipo de situaciones sirven para despertar la solidaridad, la empatía, poner en crisis nuestras creencias más arraigadas y acercarnos a otros puntos de vista, y sobre todo, aprender. Rieux reflexiona al final de la peste: “Él había ganado únicamente el haber conocido la peste y acordarse de ella, haber conocido la amistad y acordarse de ella, conocer la ternura y tener que acordarse de ella algún día. Todo lo que el hombre puede ganar al juego de la peste y de la vida es el conocimiento y el recuerdo.” |
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