Frankie y la boda

“Era la hora en que las formas, en la cocina, oscurecían y florecían las voces.”

McCullers recrea maravillosamente los tiempos, la atmósfera, los sentimientos, de eso no hay duda, ya lo comprobé de sobra en las dos novelas que de ella he leído. Pero en este caso tengo un problema, no me interesa especialmente este paso de la niñez a la juventud llamado adolescencia que con tanta gravedad pintan muchos.

“«Quisiera ser otra persona que no fuera yo»… Aquel verano, Frankie se sentía enferma y cansada de ser quien era. Se odiaba a sí misma y se había convertido en una criatura perezosa e inútil que vagueaba por la cocina, sucia, ansiosa, mezquina y triste.”

Qué le voy a hacer, en mi caso ese paso solo supuso un desbarajuste temporal en mi vida social al no comprender como algunos de mis amigos anteponían las chicas (¡puajh!) al fútbol. Después sí, cuando al poco ya preferí estar cerca de Maripili a marcar un gol también llegaron esas preguntas existenciales de por qué yo, para qué yo, y por qué a mí no me hace caso Maripili.

Por eso mismo, tampoco recuerdo ningún momento trascendental en el que todo encajara y la vida se hiciera más leve, los gorriones revolotearan a mi alrededor y se oyera el canto agosteño de las cigarras. Lo más parecido fue cuando por fin Maripili me dejó darle un beso… ¿o fue ella quién me besó a mí? Ains, no sé, pero beso hubo seguro, y en ese momento no había persona en el mundo por quién quisiera cambiarme.

“Hoy no veía el mundo como algo suelto y resquebrajado que giraba a mil seiscientos kilómetros por hora… Hoy el mundo le parecía más próximo que nunca.”

Escrita magistralmente por McCullers, nos relata la angustia de Frankie Jasmine, en la edad conflictiva de los 12 y 13 años. Desea escapar de la vida del pueblo sureño en el que se ubica, donde siente la asfixia continua. Sin madre y con un padre al que apenas ve, se relaciona principalmente con Berenice, la criada negra y su primo pequeño John Henry. De fondo está el problema del racismo imperante en los años de la segunda guerra mundial, que sobrevuela por las páginas. Frankie quiere asistir a la boda de su hermano mayor y a ser posible irse con él y su esposa y de esta forma escapar de su vida rutinaria y monótona. Nos habla también de la soledad. Se siente muy sola e incomprendida. Carson escribió la obra cuando su profesora de piano, a la que tan apegada estaba, tuvo que trasladarse de ciudad y ella sintió su ausencia de manera traumática.