Pan de limón con semillas de amapola

Si aún no habéis leído este libro, os lo recomiendo muchísimo.

Y antes de empezar con la reseña, me gustaría dar las gracias a todas aquellas personas que me habéis recomendado esta lectura y que tenía anotada desde hace ya muchísimo tiempo y por fin le he dado su oportunidad. Muchas gracias, ha sido una lectura bellísima que me ha llegado al corazón.

"Una casa es el lugar donde uno es esperado."

Esta es para mí una de las frases más significativas de la novela, ya que ella resume muy bien el sentido de la vida de una de las protagonistas, Marina, una médico que siente que nunca ha tenido un hogar, ni siquiera en su infancia, ya que se la pasó en colegios en el extranjero.

Marina tiene 46 años es cooperante en África con su pareja Matías, hasta que se ve obligada a volver a su tierra natal, Mallorca y reencontrarse con su hermana después de 14 años sin ningún contacto, ya que ambas son herederas de una una panadería muy conocida en su pueblo.

Su hermana Ana, es la antítesis de Marina. Está casada, disfruta de un alto nivel de vida y sigue residiendo en la casa familiar.

Me gustó muchísimo la relación que mantienen ambas hermanas, que consiguen olvidar sus desavenencias del pasado, demostrando así todo el amor que se tienen y que darían todo la una por la otra.

Y estas dos hermanas, alrededor de las cuales va a desarrollarse todo toda la trama, intentarán desvelar el secreto que esconde esa herencia que les deja Lola, alguien que es para ellas una extraña.

Es una novela muy sencilla, con un pequeño toque de intriga y la dosis exacta de romanticismo e intriga, que en un momento hizo que se me saltaran las lágrimas y que os recomiendo muchísimo.