Reseña conjunta con el libro 4 de la serie: La voz del violín “Usted, hábilmente, me ha llevado a alta mar, pero yo no me olvido de los que se han quedado en tierra.” Camilleri se está volviendo un imprescindible en mi biblioteca, cuando necesito despejarme con algo de ironía, de buen humor (es decir, el del comisario cuando come pasta 'ncasciata o cuando entiende un mínimo de lo que quiere decirle Catarella). También si necesito investigaciones policíacas que vayan más allá de asuntos forenses y se centren en entender la situación. Destacaría que lo bueno de Montalbano es el instinto de justicia por delante de la burocracia. Si en los dos libros anteriores hablé lo ingenioso y lógico que es Montalbano, en estos siguientes (3 y 4) nos encontramos el Comisario más humano. ¿Nunca os había hablado de Livia? su eterna y paciente novia, que vive en Génova, es hasta ahora en los libros en los que más protagonismo tiene, y en los que se nota el amor que se profesan. 🍡 En El ladrón de meriendas, se investiga el asesinato en un ascensor de un comerciante jubilado (imaginaos aquí lo cómico que es tener que sonsacarle información a los vecinos), cuya amante está desaparecida tras el crimen. 🎻 La voz del violín es quizás un libro más serio - o un comisario más triste- y se le nota, donde la paz siciliana se ve truncada por el asesinato de una joven, mujer de un médico boloñés, y que entre sus pocas pertenencias se encuentra un misterioso violín. A medida que voy siguiendo con la serie me doy cuenta de que la mafia está ahí pero en un papel secundario, algo así como que aparece-pero-no, y he leído (ojalá recordar dónde) que fue decisión propia del autor, para huir de la glorificación y la mitificación de sus miembros. ¡Qué ganas de seguir con estos libros y volver a Vigata! |