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Debo reconocer que la sinopsis fue lo que más me llamó la atención a la hora de querer leer esta historia. El hecho de ser maestra me llevó a pensar que me sentiría identificada con la protagonista y que disfrutaría de esta historia, siendo algo bello y a la vez duro, debido a la ambientación de la novela. Enma de Castro es una mujer joven y optimista, con gran vocación por la enseñanza, lo que la lleva incluso a abandonar Madrid para trasladarse a una pequeña aldea gallega, Esmelle, en la que ocupará el puesto de maestra en la escuela femenina. Pero Enma se encuentra con el problema de que las ideas de la Segunda República española no han logrado calar en todos, y que las niñas aún no ven un gran futuro más allá de dedicarse a lo mismo que sus madres. La actitud feminista de Enma choca con su engreímiento y esa idea de que debe gustar a todos. Me ha decepcionado especialmente al inicio de la historia, ya que me ha parecido muy hipócrita juzgando a otros, pero criticando a aquellos que se atreven a juzgar. Agradezco que el personaje evolucione a lo largo de la historia, pero al principio se me ha hecho muy cuesta arriba y no me caía nada bien. Me costaba empatizar con ella y comprenderla. al menos, su evolución es positiva y se le acaba cogiendo cariño. Elías Doval y Miguel Figueirido, por su parte, no pueden ser más distintos entre sí, pero aportan mucho a la historia, teniendo una curiosa relación con Enma, cada uno a su manera. Va a ser gracias a ellos y a la pequeña Claudia que Enma logre de verdad amar su nuevo hogar y adaptarse a todas las novedades de su vida. La ambientación histórica parece bien documentada y se mencionan varios hechos históricos del siglo XX (especialmente de la Segunda República española), si bien no todos son los que mejor conocemos por haberlos estudiado en clase de historia. La obra se centra mucho en el feminismo y los logros en cuanto a derechos de la mujer, mencionándose en varias ocasiones a Clara Campoamor y sus avances políticos en derechos de igualdad. También se aprecian las diferencias que había entre la vida en Madrid y en un pueblo como Esmelle, demostrando que podía haber diferencias culturales incluso dentro de un mismo país. Es una historia que merece la pena leer (al menos a partir de la mitad) si te gustan las historias de corte histórico en los que el romance no es la trama principal, pero sí tiene una importante cabida. |
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