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Julio Camba destaca en este título por encima de lugares, ambientes o personas, su fascinación por los avances tecnológicos que hacen de Nueva York una "ciudad automática". No lo hace, sin embargo, desde la admiración por el progreso humano o el avance de la civilización. le maravillan las puertas giratorias, platos sobre cintas rodantes, botones, luces y sonidos electrónicos. Son para él un fetiche en el que se recrea repetidamente. Su estilo abrupto y tan cercano a la crónica periodística se adapta perfectamente a la imagen del Nueva York que quiere describir. Pese a que no siento lo mismo por la ciudad y sus aparatos, la crónica me ha interesado y lo recomendaría
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