Si una noche de invierno un viajero

Después de unas semanas de parón, @bibliolia y yo continuamos compartiendo lecturas sorprendentes y cada una más diferente que la anterior. En esta ocasión, propuso que nos adentráramos en esta novela de Italo Calvino.

En realidad, llamarla novela es empezar a mentir. No hay una sola novela, de hecho el propio libro que tú sujetas entre las manos cuando estás leyendo no es la misma novela todo el tiempo, como tampoco es la misma en manos del narrador.

Es complicado llamar de una sola manera a este texto, precisamente porque nos muestra los inicios de diez novelas diferentes, que como en una broma un tanto pesada, cuando empiezan a ponerse interesantes, se interrumpen.

Como comentábamos ambas, no sabemos si la obra es un alarde por parte del escritor (ya que todos esos comienzos de novela, todas las historias tienen estilos bastante diferentes entre sí) o realmente un experimento de la forma para nosotras desconocido hasta el momento.

Calvino nos presenta al Lector, quien tras darse cuenta de que la novela que está leyendo está incompleta, se embarca en la búsqueda de la novela verdadera y finalizada. Esa búsqueda le llevará a conocer a la Lectora y a una serie de personajes que le irán mostrando que esa novela incompleta no es una casualidad, sino el fruto de un juego, una obsesión por demostrar que un libro puede ser completamente diferente aunque se esconda en las mismas tapas que otros.

Ese personaje protagonista ya nos induce a la confusión, en toda la novela hay una sospecha latente sobre si el autor se ha incorporado al texto, además de muchas reflexiones interesantes sobre la literatura y el proceso de creación.

La novela perfecta será la suma de todos esos comienzos, una maravilla intertextual que rescata la mirada final a una obra que no es lo que parece.

Personalmente no ha sido del todo de mi gusto, porque pese a que había partes en las que verdaderamente pensaba “¡no lo cortes ahora!”; otras se hacían demasiado densas y me costaba dejarme llevar por esa estructura repetitiva y cíclica donde había momentos en los que no se vislumbraba la luz de la comprensión.

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Bajo la tutela, batuta o dirección de Calvino he disfrutado, no de uno, de Diez relatos cuyo único común denominador es el placer de la lectura, pero en cuya fórmula se adivina que la solución de una o todas las ecuaciones de lectura es la continuidad infinita, el verdadero ejercicio de lectura/ escritura, esta en demostrar que la finalidad no está en la vida o la muerte, que estas son solo acotaciones marginales en el gran trazado matemático/geométrico de la literatura.
Y, que nunca la fórmula podrá ajustarse como única a todos, a cualquier, a ningún lector, pues cada uno iniciara en el punto de la ecuación literaria que le plazca y así tirará del ovillo de todas las letras, todas las palabras todas las frases, para crear un único mundo. Su mundo, donde toda lectura representa su hoy, su ayer, su mañana.
Donde no existe más protagonista que el ni mayor argumento que el que le depara el placer de la lectura...
Concluya o no.
Un encuentro fortuito con un libro inconcluso, lleva al protagonista a un intencionado acercamiento con una lectora del mismo libro. En su afán de iniciar algún tipo de relación se ofrece a investigar la causa de ese dislate editorial. A partir de ahí, las lineas se entrecruzan, se asoma, sin temor al vértigo, a la abrupta costa en cuya sima, y bajo una alfombra de hojas aparece una tumba vacía, pero ¿ Cual historia espera su final en ella?
Tal vez lo mejor es leer en la confortabilidad de la cama matrimonial codo a codo con Ludmilla..

“Si una noche de invierno un viajero” es uno de los libros de la colección de Italo Calvino, en él, Calvino se dedica a desarrollar 10 comienzos de novelas que quedan inconclusas; mezclándolas con una narración que se centra en el lector de dichas novelas y toda una serie de acciones y reacciones que desencadena la lectura a medias de todas estas.

La trama del libro discurre entonces entre estas 2 vertientes: el Lector que ilusionado compra la nueva novela de Italo Calvino y vuelve al otro día a la librería para decir que el ejemplar salió defectuoso y sólo tenía unas pocas páginas escritas; allí conoce a una Lectora, de quien descubre que también tuvo problemas con su ejemplar. Se desarrolla entonces un acercamiento entre ellos y un compromiso de seguir hablando sobre el nuevo ejemplar que les dieron de recambio, pues habían comenzado a leer el libro de otro autor y no el de Calvino. Luego de intercambiar números de teléfono, el Lector se va a su casa a terminar de leer el libro que había dejado empezado. Sin embargo, se da cuenta que este también estaba empezado y trataba de un tema diferente, por lo que decide llamar a la Lectora, dando comienzo a una aventura literaria de libros interrumpidos y autores plagiadores.

Sobre cada novela iniciada, se va conociendo su proceder y su autor en un capítulo previo, donde el Lector se aventura a entrar en el mundo de la Lectora y va descubriendo diferentes aspectos de su vida personal, a la vez que conoce nuevos autores de diferentes lugares del mundo, que escriben esos inicios de novela que le causan tanta curiosidad. Es así, como al final del libro, el lector (no el protagonista, sino la persona que está leyendo el libro) descubre que todo se resume en este párrafo: “Si una noche de invierno un viajero, fuera del poblado de Malbork, asomándose desde la abrupta costa sin temor al viento y al vértigo, mira hacia abajo donde la sombra se adensa en una red de líneas que se entrelazan, en una red de líneas que se intersecan sobre la alfombra de hojas iluminadas por la luna en torno a una fosa vacía; “¿Cuál historia espera su fin allá abajo?”, pregunta, ansioso de escuchar el relato”. Los diez títulos de las novelas forman un mini-relato, que se viene a aclarar en las últimas páginas.

Sin embargo, para mí, la magia del libro no son los relatos cortos que quedan iniciados; es el relato que avanza entre capítulos, donde Calvino juega con el lector, rompiendo esa norma en la que el autor escribe contando una historia lineal en la que el lector solo debe seguir el orden de lo que está escrito y pasar por un inicio, nudo y desenlace de los hechos que se le presentan en el libro. Calvino, esta vez juega con el lector, lo hace sentir como el protagonista, lo lleva a pensar que está leyendo un libro de novelas inconclusas, cuando la historia pasa por hacer sentir al lector como el personaje principal del libro, el Lector, aquel que va conociendo un mundo dibujado por Calvino, en donde vive la frustración de comenzar a leer algo y luego tener que llegar a un punto donde todo queda en punta, en donde la pregunta obligada siempre es: ¿Y qué pasó después? Esa es la magia de “Si una noche de invierno un viajero” volver al lector un partícipe de la misma historia que está leyendo.

Es así que Calvino, siguiendo lo que dice en el prólogo del libro, se toma la tarea de escribir de una manera diferente cada novela, experimentar y tomar un estilo distinto en cada una de sus entregas. A la vez que explora diferentes estilos narrativos con cada una de las 10 novelas iniciadas; también crea e imagina una nueva forma de narrar algo, pues, como se dijo arriba (desde mi punto de vista), el libro no es sobre las 10 novelas inconclusas, sino sobre el acto de intentar leer 10 novelas inconclusas y querer seguir leyéndolas. Igualmente, al interior del libro, el mismo Calvino se retrata en algunas partes como autor y cuestiona estilos narrativos, pone situaciones que tratan sobre la escritura misma, sobre el acto de leer y las diversas maneras en que es visto por diferentes lectores. Calvino, en este libro intenta hablar con el lector, crear una presencia a su lado que le va hablando en la cabeza cada que llega a los puntos suspensivos de las novelas inconclusas, una voz que lo lleva a seguir leyendo para descubrir qué hay detrás de esa situación, en la que también es válido que el mismo lector se cuestione sobre la rareza del libro que tiene en sus manos (el mismo Calvino escribe en el libro sobre esto), pero lo motiva a seguir con la lectura y ser partícipe de este experimento literario.

En conclusión, “Si una noche de invierno un viajero” es un libro donde el lector es protagonista de lo que está leyendo. Un libro que juega con las reglas tradicionales de la literatura y rompe esas barreras del relato que fluye de inicio a fin. En estas 270 páginas hay, además de 10 novelas inconclusas, pensamientos sobre el arte de escribir, de leer, un panorama sobre las editoriales y la industria de los libros, y muchas otras sorpresas más que están escondidas entre las páginas. Es, definitivamente, un libro muy recomendado para aquellos que quieran ahondar en el mundo de Calvino y para aquellos que quieran ser partícipes de este experimento literario.
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Este libros se trata de un juego más del escritor
con el lector. Introduce al lector en una vorágine de
libros empezados y no acabados. No hay que tratar de
racionalizar su lectura cuando se entienda de que la
escritura de este libr9 es un divertimento del autor
Si no le doy cinco estrellas es porque por momentos
me ha resultado pesada su lectura pero la prosa es
buena sin duda. He descubierto a este autor tarde pero
no descarto leer más libros próximamente como hago
con Stefan Zweig poco a poco.

Esta pequeña maravilla nos hace viajar por numerosos lugares y momentos de la historia, dejándonos siempre con la intriga y confundiéndonos.
Si me preguntan de qué va, no sabría decirlo, va de tantas cosas y a la vez de tan pocas... Va de aventuras, de amor, de frustración, de cultura. Va de libros.
La prosa del autor aunque excelente, a veces se me hacía un poco pesada, pero se compensaba con los sucesos narrados que me engancharon desde la primera página.
Si una noche de invierno un viajero es sin duda una de las novelas más curiosas, peculiares y especiales que he leído; si queréis pasar un buen rato o regalarle un libro a alguien y no sabéis cuál escoger, no dudéis en preguntarle a vuestro librero por este, que no dejará indiferente a nadie.

Un libro de lectura difícil con una estructura complicada.
El narrador omnisciente interpela al lector y lo introduce en la trama del libro. En seguida el narrador se burla del lector haciéndole creer que tenemos una novela total sin que esta novela vaya a ningún sitio.
Lo han comparado a José Luis Borges y la verdad es que tienen en común un humor irónico aunque Calvino resulte netamente menos pedante que Borges.