Pues sí, Cosimo Piovasco es un barón rampante, nunca mejor dicho. Su obstinación lo lleva a elegir las incomodidades de los árboles ante las comodidades de la vida en tierra; se pasa casi el total de su vida trepando y participando del mundo desde arriba. Lo pienso un poco y creo que, lo que hace Cosimo es impensable para cualquiera de nosotros hoy en día. Llevar hasta las últimas consecuencias tus principios y no abandonarlos nunca, pase lo que pase, es algo que yo no sé si podría hacer... Sin embargo, me pregunto, cuánto tienen las acciones de Cosimo de terquedad y cuánto de fidelidad a sus creencias porque, recordemos que se sube al árbol en un acto de rebeldía pero, deja de bajar instigado por las desconfianzas de los demás, los cuáles no creen que vaya a cumplir su palabra. Entre estos se encuentra Viola, cuya opinión es la que más le importa. Un libro de aventuras en toda regla, de esperanzas y desesperanzas, de amistad, de amor a los animales y a la naturaleza, de idilios románticos y de familia. Llegas a querer a este niño que se hace mayor en los árboles y a su querido perro salchicha con nombre ostentoso al cual, me imagino trotando feliz detrás de su amo. |