Poco a poco, ella le cogió la cara. El aire se hizo denso; el pecho se le tensaba con cada respiración. Archer cerró los ojos, como armándose de valor, y ella supo que iba a apartarse de nuevo. La sola idea le rasgó el corazón. De pronto, todo se volvió muy sencillo. Miranda deslizó la mano hasta su cuello para cubrir esa distancia que ya no podía soportar. Él abrió los ojos de golpe y un escalofrío estremeció todo su cuerpo. —No… —La protesta murió cuando ella ancló su boca a la de él. Aquel contacto le produjo una avalancha de sensaciones que la sacudió entera. Archer contuvo la respiración como si también él lo sintiera. El cuerpo de él se tensó como un arco y tembló con una fuerza apenas contenida. Entonces Miranda supo que, aunque lo deseaba inmensamente, él no se atrevía a tocarla. |