En marzo se peinan las brujas

El amor es capaz de romper los corazones más resistentes, es capaz de hacer llorar a los valientes y de entristecer las almas más alegres...

Cada acto tiene sus consecuencias y es justo hacerse cargo de ellas. Sin embargo, no siempre los actos están dictados por la razón, muchas veces son impulsivos...

Cuando creemos, creemos en las relaciones, en los besos, en las canciones bonitas, algunas veces también en las películas. Seguimos alimentando una conciencia tendente a creer, necesitamos tener fe, en nosotros, en los demás, en Dios. Durante la vida seguimos buscando algo o alguien en lo que creer.

La música ayuda a sacar todo lo que tenemos dentro, lo bueno y lo malo. Es terapéutica.

Siempre me ha parecido absurdo que dos personas, tan próximas a sellar para siempre sus recíprocas vidas, cuando rompen, se den cuenta de que lo que han compartido juntos apenas les ha tocado y se conforman con imaginarlo como si nunca hubiera pasado de verdad.

El miedo es el mayor obstáculo de la vida y lo es también de la muerte, afecta a los vivos hasta la muerte. Los muertos ya no tienen miedo, pero ¿los casi muertos sufren la pérdida tanto como los más vivos?

La única diferencia entre los enfermos terminales y los demás es que ellos conocen más o menos cuándo, mientras que los demás no, pero todos, sin excepción, moriremos algún día. Más vale organizar la mente para que no nos dé miedo.

¿Pero cómo es morir¿ ¿Duele? ¿Nos damos cuenta de que nos estamos muriendo mientras morimos? ¿Qué se siente en el instante en que el espíritu deja el cuerpo?

¿Preparados para la muerte? Imposible. Tampoco estaríamos preparados para vivir si no viviéramos. No sabemos qué hay antes de vivir, si lo hay no lo recordamos. La muerte es una incógnita, no somos conscientes realmente de cómo es porque la vivimos estando vivos. La única verdad que todos conocemos es que la vida tiene como fin la muerte.

Madrid, la ciudad de la luz, así la bauticé por ser tan luminosa a todas horas.