Circe o el placer del azul: 1

...no era esta la primera mentira de su vida. Mentira era también el telar que desde hacía muchos meses le permitía huir de las garras de los pretendientes, y tal vez, su vida entera en estos últimos años no había sido más que un embuste

La peor de sus sospechas era que se tratase de una historia concebida por el propio Ulises para conocer sus sentimientos y su grado de fidelidad y de compromiso con el oikos del laertíada

No queda duda ninguna de que si yo pudiese ser mujer mortal, gustaría de parecerme a vos, pues pocos seres conozco adornados de tantas virtudes y de tan gran dignidad revestidos

Naciste en tiempos y lugares en los que a las mujeres sólo les está permitido acariciar, sin ejercerlo, el poder de su padre, de su marido, de su hijo... Tuviste un mal hado arrogante reina, te tocó por marido un rey poco ambicioso, con escasos deseos de conquista y nulas ganas de reinar (...) Oh Anticlea, qué gran rey hubieras sido con tan solo nacer hombre.

Atenea es una deidad casi sin cuerpo y sin corazón; creada sin la necesaria participación femenina, generada por la egolatría de Zeus (...) Atenea es la deidad que personifica lo contrario a la natueraleza (...) Es peor que Hera (...) Es la diosa creada para acabar con lo divinal femenino, para despojar de poder a las otras diosas (...) Si queremos ser libres deberemos renunciar a esa condición y convertirnos en réplicas ridículas de los hombres. He ahí la elección que nos proponen.

"Lo que sí rechazada con feroz virulencia era esa ley de los hombres que imponía la fidelidad a las mujeres como una condena, mientras los hombres reservaban para sí el derecho a tomar y gozar de cuantos cuerpos y lechos les apeteciesen [...] Había visto los efectos devastadores que esa desigualdad había causado en muchas mujeres; cómo enloquecían de celos al ver que el hombre amado se perdía en las humedades de otros cuerpos; cómo agonizaban de soledad en las noches en que el ardor de su cuerpo no hallaba descanso ni consuelo, ya que su marido hacía tiempo que se había cansado de ellas y buscaba el placer de otros cuerpos; cómo se consumían de amor y de deseo por un hombre al que amaban y les había sido negado, mientras que tenían que someterse a las manos y las babas lujuriosas de un marido que les había sido impuesto y que en muchos casos aborrecían en silencio, sintiendo como sus cuerpos se marchitaban sin llegar a saber nunca lo que era el placer de acostarse con el ser elegido..."

Sed sincera conmigo, Penélope, aunque seáis dura, aunque seáis cruel. Pues no hay maldad mayor que la de dejar a alguien eternamente sumida en la incerteza.