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Siempre esperé el tropiezo. Es normal. No se puede pretender amar por igual a todos los libros pertenecientes a una serie larga, porque desde el principio uno se prepara para los altibajos. En este caso, El príncipe Caspian me produjo indiferencia, y tal vez me siento un poco dolida porque la película que le corresponde me encanta. Antes que nada, y de forma muy breve (porque sé que me pongo pesada con el tema), todavía sigue exasperándome el reparto de roles por géneros. No entiendo por qué Susan, con lo buena arquera que es, no tiene participación en la acción. Vamos, el libro se escribió a mitad de siglo XX, hasta en la épica medieval las mujeres se dedican a cosas más serias que asistir a una fiesta… La descripción de la travesía de los Pevensie se vuelve pesada en algún momento, pero por suerte los diálogos entre los personajes salvan la situación. Es ahí en donde quedan más definidas las personalidades, sobre todo la de Peter y Edmund, y noté que a Susan, de a poco, el autor la va haciendo irritante. Detalle para tener en cuenta. Con respecto a Caspian, sinceramente no entendí por qué su nombre está en el título. No me pareció tan importante y queda bastante deslucido cuando los personajes convergen en la trama. Así y todo, la unidad del libro me pareció extraña. Tengo un par de quejas más que no son relevantes, pero prefiero terminar con las cosas que sí me gustaron. Uno de los puntos que admiro de estos libros es la convivencia entre lo religioso y lo pagano. Encontrar a Aslan y a Baco en una misma narración es casi surreal. Destaco, además, la capacidad de Lewis para criticar a la humanidad y el escepticismo, a pesar de que la forma que elige para hacerlo a veces resulte demasiado obvia. En fin, quedé un poco decepcionada con la estructura del libro y con conductas repetitivas a la hora del desenlace. Sin embargo, siempre voy a querer viajar de nuevo a Narnia. |
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