El desierto de los tártaros

Haciendo fuerza, Giovanni levantó un poco el busto, se arregló con una mano el cuello del uniforme, echó otro vistazo a fuera por la ventana, un brevísimo vistazo, para su última ración de estrellas. Después, en la obscuridad, aunque nadie lo viera, sonrió.

La vida le parecía inagotable, obstinada ilusión, aunque la juventud ya había comenzado a ajarse.

Uno comprende que el tiempo pasa, y que, el camino un día tranquilo deberá acabar también

Pesaba ahora sobre la sala el sentimiento de la noche, cuando los miedos salen de los decrépitos muros y la infelicidad se vuelve dulce, cuando el alma bate orgullosas las alas sobre la humanidad dormida.

Cuánto tiempo por delante. Sin embargo, había hombres, que se ponían a esperar la muerte, esa cosa absurda y conocida que no le concernía

Una página se extiende agregándosela a las otras ya escritas. Las que quedan por delante son un montón inagotable. Pero de todos modos es una página gastada, una porción de vida

Vagaba por las calles en busca de viejos amigos, pero terminaba encontrándose solo con muchas horas vacías por delante

¿ Y si se hubiera equivocado realmente ? . ¿ Si fuera un hombre normal , al que por derecho , le toca solamente un destino mediocre ?

Un misterio se afanaba allá arriba, en las esquinas de los fosos, en los bordes de las casamatas, sensación inefable de cosas futuras

Entre tanto el tiempo corría. ¡ Párate ! Quisiéramos gritar, pero comprendemos que es inútil. Todo huye, los hombres, las estaciones las nubes. De nada sirve agarrarse a las piedras tratar de resistir. Los brazos se aflojan y nos arrastra el río que parece lento pero jamás para