En el norte, donde nunca pisó, rumbo al punto contra el que sus instintos lo han prevenido; allí un espectro lo atrapará. ¡Es la Muerte!
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En el norte, donde nunca pisó, rumbo al punto contra el que sus instintos lo han prevenido; allí un espectro lo atrapará. ¡Es la Muerte!
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No soporté permanecer entre aquellas paredes más de medio minuto. Bajé las escaleras y de nuevo escuché las pisadas delante de mí; y cuando abrí la puerta de la calle me pareció oír una risita ahogada.
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“Esto es horror, y no miedo; a no ser que tema, no pueden hacerme daño; mi razón rechaza esa cosa; es una ilusión, no tengo miedo”.
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Entonces la pálida atmósfera de la alcoba comenzó a teñirse de rojo, como si en el aire se presintiese una conflagración próxima. Las larvas se volvieron relumbrantes, como cosas que viven en el fuego. La habitación tembló otra vez, y otra vez se oyeron los tres golpes acompasados; y otra vez la oscuridad de la sombra engulló todas las cosas, como si todo hubiera salido de aquella oscuridad y retornase a ella. Cuando las tinieblas se alejaron, la sombra desapareció por completo. Las llamas volvieron a brotar en las velas de la mesilla y en el combustible de la chimenea tan despacio como si hubiera estado encerradas. La alcoba se hizo visible de nuevo, tranquila y vigorosamente. |
Ahora bien, mi teoría afirma que lo sobrenatural es un imposible; lo que se llama sobrenatural solo es algo, dentro de las leyes de la naturaleza, que hasta ahora hemos ignorado. Si un fantasma se alza delante de mí, no tengo razón al decir: «Luego lo sobrenatural es posible», sino más bien: «Luego la aparición de un fantasma está, en contra de la opinión recibida, dentro de las leyes de la naturaleza, es decir, no sobrenaturales».
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Aún era consciente de que si me rendía al miedo me hallaría en peligro físico, así que concentré mis facultades en resistir con voluntad obstinada. Y alejé la mirada de la sombra, sobre todo por aquellos extraños ojos de serpiente… Ojos que eran claramente visibles. Pues ahí, y no en las otras cosas que me rodeaban, me daba cuenta de que había una voluntad; y una voluntad de una maldad intensa, creativa, activa, que muy bien podría aplastar a la mía.
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Es un cuerpo creado a partir de la unión de distintas partes de cadáveres diseccionados, escrito por Mary Shelley a partir del reto literario de Lord Byron.