Transcurridos muchos años, y basándome únicamente en la sensación que recordaba de mi primera lectura, cuando me incorporé a Goodreads decidí darle cuatro estrellas. Ahora, viendo que ha pasado ampliamente la prueba del tiempo subo a cinco, se las merece de sobra. “Prefiero una persona educada de siempre, que ha sabido comer, ha tenido servicio en casa, con buena pinta, buenos genes, raza… Todo lo que marca la diferencia.” Esta cita no es de la novela, es una frase real y reciente de una tipeja de mi país que demuestra lo actual que sigue siendo el relato de Bryce. “…iba atravesando, la Lima de hoy, la de ayer, la que se fue, la que debió irse, la que ya es hora de que se vaya, en fin Lima.” Porque esa Lima que existió, que sigue existiendo y, dejémonos de mierdas, que siempre existirá en cada ciudad de cada país del mundo, mantiene invariablemente en su seno “muchachadas del barrio Marconi” que algún día sustituirán a los Juan Lucas y a las Susan de turno en ese universo propio separado de la sociedad, a la que utilizan a su antojo y mantienen lo más alejada posible, ya que, como dice Susan, la gente bien “no tolera nada desagradable… no se le cuenta que la gente sufre y se muere”. “Nuevamente participaba Julius con los sirvientes en conversaciones en que los sirvientes se hablan de usted y se dicen cosas raras, extrañas mezclas de Cantinflas y Lope de Vega, y son grotescos en su burda imitación de los señores, ridículos en su seriedad, absurdos en su filosofía, falsos en sus modales y terriblemente sinceros en su deseo de ser algo más que un hombre que sirve una mesa y en todo”. Y una de las razones de que esto fue, es y será siempre así, y no es la menor de todas, es que, además de esos Juan Lastarria que sin escrúpulos lograrán entrar de vez en cuando en esa oligarquía económica bajo la mirada despreciativa de los oligarcas de pura raza, también existirán siempre los lacayos, los Celso, los Carlos, las Vilma, las Arminda… “Arminda envejece pegada a una familia, sin preguntar, callada desde hace años, los quiere a todos mientras plancha la ropa, o sentada en un banco de la cocina observando su silencio, a veces logra ver al señor y nunca ha juzgado a la señora.” Todo esto, los de arriba despreciando y necesitando a los de abajo, los de abajo admirando a los de arriba de los que se sienten orgullosos de servir y con los que, con nulas posibilidades, sueñan codearse, está retratado maravillosamente en la novela de Bryce con una ternura tiznada de mala leche que hace de la novela un texto duro y encantador, irónico y despiadado, bajo la mirada naif de un niño de diez años llamado Julius, uno de esos raros especímenes que salen de vez en cuando de esas “muchachadas del barrio Marconi” que instintivamente captan las injusticias que se establecen entre los dos mundos. El resultado que consigue Echenique es algo así como una mezcla limeña de El príncipe destronado, Diario de un cazador y, por supuesto, Los santos inocentes del inolvidable Delibes. + Leer más |
Nicomedes Santa Cruz, poeta, periodista, músico e investigador es una figura señera de la música afroperuana y, en general, de la cultura latinoamericana de raíz africana. Su vida y su obra ocupan un lugar muy destacado en la historia del Perú del S. XX.
Como investigador y escritor, revivió y dio nuevo esplendor a la décima como forma de expresión poética, lo que queda de manifiesto en su obra Décimas (1960), entre otras.
Como musicólogo, produjo una discografía que es el compendio más completo de los estilos musicales afroperuanos, interpretados por músicos únicos e históricos; de ese legado, su obra capital fueron los vinilos reunidos en Cumanana (1964), una exquisita compilación del canon de la música afroperuana, comparable en España a la Antología del Cante Flamenco de Hispavox (1955).
Como periodista, Nicomedes Santa Cruz trabajó en radio, prensa y televisión, donde tuvo entrevistas memorables con Kiko Ledgard, Víctor Jara, Mercedes Sosa y tantos otros. A caballo entre Lima y Madrid por razones familiares, en 1981 comenzó a trabajar para Radio Exterior de España, donde dirigió programas culturales de alcance panhispánico.
Como divulgador de la música negra del Perú e investigador de su origen africano, impartió conferencias por los cinco continentes y editó en varios países recopilaciones de sus discos.
Fue amigo de escritores peruanos como Ciro Alegría y Alfredo Bryce Echenique, latinoamericanos como Nicolás Guillén y César Isella, o españoles como Dámaso Alonso y Rafael Alberti.
Nicomedes Santa Cruz falleció en Madrid en 1992 y poco tiempo después, su viuda Mercedes Castillo y sus hijos Pedro y Luis Enrique, donaron a la Casa de América parte de su biblioteca y discoteca. Contando con este material y otros préstamos de la familia, la Casa de América ha organizado, con el comisariado científico de Fernando Iwasaki, la presente exposición que recorre la vida y el trabajo de Nicomedes Santa Cruz: su poesía, sus discos, sus libros, sus investigaciones y sus vínculos con destacados contemporáneos. A partir de fotografías, objetos personales, manuscritos, premios, libros y discos, así como textos, grabaciones y audios, el visitante podrá adentrarse en la figura de Nicomedes Santa Cruz y en su mundo, que es el de la cultura afroperuana.
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