La apariencia de las cosas

Catherine ha muerto. Parece que a lo largo de la novela asistiremos a la investigación del suceso, pero no es así. Apenas nos ponen en situación antes de retroceder en el tiempo para conocer la historia de los Hale, los anteriores inquilinos de esa casa y la razón por la que se rumorea que la vivienda está maldita... porque allí siempre ocurren grandes tragedias. ¿Pero qué hay detrás de la muerte de Catherine? ¿Se le puede atribuir realmente la culpa a la maldad que habita en la vivienda... o, como parece evidente, alguien la asesinó?

La investigación apenas cobra importancia, porque el verdadero interés de la novela es darnos a conocer al matrimonio Clare y la vida conyugal que llevaban tras instalarse en aquella casa en compañía de la pequeña Franny. George había encontrado trabajo y creía que sería el punto de partida ideal para establecerse con su familia, aún conociendo la tragedia que tuvo lugar en esa vivienda, antes hogar de granjeros. Catherine siempre ha creído que así es como deben ser las cosas porque recibió una educación muy recta. Ella, esposa devota y católica, cree que podrá hacer feliz a su marido y dedicarse al cuidado de su hija a pesar de sentir algo terrorífico en ese lugar al que se han trasladado. Es como si una presencia la observara, la hablase, intentara asustarla. ¿Se estará volviendo loca? ¿Y entonces, por qué la pequeña Franny comparte su temor?

Por otra parte tenemos a los hermanos Cole, anteriores habitantes de la granja que ahora viven con su tío y que, sin dudarlo, se ofrecen a ayudar en la restauración de la vivienda por un módico precio. Poco imaginaban que su presencia terminaría siendo clave en ésta historia.

Pese a lo fácil que resulta simpatizar con Catherine y desear que ésta mujer abra los ojos en busca de su propia felicidad, el personaje mejor desarrollado es sin duda su marido, George. Nada tiene que ver la persona que creemos conocer como lectores, con la que cree conocer Catherine, o la que creen conocer el resto de vecinos. Aunque todo terminará encajando en algún momento, os lo aseguro. La autora mantiene un constante juego psicológico por hacernos creer diferentes cosas de él, tejiendo un carácter cada vez más profundo lleno de sombras y luces. Me ha impresionado muchísimo con qué facilidad me llegué a creer lo que leía. Su parecido con la realidad. El perfil que nos relatan y lo poco que tardas en ponerle nombre. Es triste, y es brutal. Desaparece la barrera y te das cuenta de que Catherine y George podrían ser reales.

Creo que por eso la autora juega mucho a dejar dudas en el aire y dejar que el lector sea el único investigador a lo largo de la novela. Para que exista ese ejercicio por nuestra parte. Veamos la belleza y la fealdad, suframos por sus personajes, los odiemos, deseemos que el destino les tenga preparado un trato especial. La información llega poco a poco a medida que vamos conociendo qué sucedió en los meses previos al terrible desenlace.

De fondo, sin deslucir el brillante elenco de personajes principales, acechan algunas de las grandes mujeres de la novela: Mary Lawton, esposa del Sheriff y la clásica vecina que parece saberlo todo de todos. O la preciosa Willis, camarera y novia de Eddy Hale que sin embargo, no cree merecer ser querida y se refugia en personas tóxicas. Sin olvidar que su padre es nada menos que abogado defensor de criminales. ¿Y pasarán ambas desapercibidas, a la sombra de los hombres tan poderosos que hay en sus familias? Por supuesto que no, porque ambas poseen respuestas. Incluso Franny tendrá mucho que decir. Otros, sin embargo, parecen estar ahí solo para que los protagonistas se desahoguen y podamos conocerlos mejor. No me importa. Era necesario.

Así que... ¿Cuál es la pega? Ninguna. Me gusta la manera exacta en que está contado, aunque sí es verdad que hay algo que en un principio no me gustó: No marca los guiones del diálogo, pero sí su respectiva tabulación al principio de la línea por lo que no tardas en acostumbrarte y saber diferenciar la intervención de los personajes. Por eso no puedo considerarlo un verdadero "defecto", porque es algo insignificante de lo que dejé de preocuparme a las pocas páginas. Me sabe mal hablar tan bien de un libro porque es como si no fuera capaz de criticarlo, pero es que lo he disfrutado un montón y no sería justo ignorar el sentimiento que me ha dejado en el cuerpo.

Un thriller que despega a un ritmo imparable, con momentos de suspense y sin duda muchos rompecabezas que por suerte encuentran su respuesta en un final más que a la altura. Porque cuando disfrutas tanto de un libro, merece un broche de oro. Estad pendientes de cada detalle y todas las preguntas encontrarán respuesta. Es así de intenso. Así de recomendable.
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