País Nómada: Supervivientes del S.XXI

Hace unos años había un programa de televisión que se promocionaba con la frase “no es lo mismo contarlo que vivirlo”. La autora de País Nómada recorrió 24000 kilómetros en tres años para documentarse y VIVIRLO. Así, con mayúsculas.

La primera parte de este ensayo/investigación/documental me dejó un poco frío porque sentí que había distancia con respecto a los protagonistas debido a mi desconocimiento previo sobre estos nómadas/labocampistas/jubilados viajeros. A medida que he ido conociendo sus circunstancias y su forma de vida he comenzado a empatizar con ellos y he terminado el libro deseando que a Linda May le vayan muy bien las cosas.

Ha sido una lectura interesante que invita a la reflexión.

“En la brecha cada vez más ancha que separa el debe del haber se perfila una pregunta: ¿A qué partes de nuestra vida estamos dispuestos a renunciar para poder seguir viviendo?”

“Me repito continuamente que solo son dos meses —me dijo—. Si pude salir adelante en el ejército, también puedo hacerlo en Amazon.” ~ País nómada de Jessica Bruder.

Hacer una sinopsis de este libro no es fácil. Digamos que es un libro-documental contextualizado en Estados Unidos en la época actual. La periodista Jessica Bruder se embarca con caravanistas nómadas. No, no penséis en instagramers, en jóvenes viajeros luciendo palmito en playas paradisiácas o pies embutidos en gordos calcetines de lana, tazas de té humeantes y montes nevados de fondo. Todo lo contrario. Aquí los nómadas son jubilados, con pensiones ridículas que siguen buscando trabajo para poder sobrevivir. Hablamos de septuagenarios y octogenarios que sin casa fija han optado por comprarse una furgoneta y adaptarla o una caravana, cualquier medio que les permita combinar movilidad y hogar.

Y como toda historia tiene que tener un eje, en este caso el eje se llama Linda, tiene más de sesenta años y viaja en un todoterreno que llama “Posada hazte sitio”, precisamente porque encontrar hueco dentro es una labor ardua. Con Linda recorremos Estados Unidos para buscar trabajos temporales en los que contratan a estos caravanistas; en muchos casos porque si algo tiene esta gente mayor es capacidad de sacrificio, el que se necesita para aguantar muchos de esos puestos de trabajo “legales”.

El libro tiene tela, no lo vamos a negar. Pone en evidencia las cojeras de un sistema económico basado precisamente en la economía y dejando de lado los aspectos sociales. Conocemos a Linda pero también a más jubilados que se quedaron sin casa y sin ahorros por ayudar a sus hijos o por la crisis inmobiliaria de 2008. Y, por otro lado, vemos como en sus puestos de trabajo se enfrentan a ese mismo sistema económico basado en el consumismo ya que uno de los puestos de trabajo que cubren es trabajar en los almacenes de Amazon. Allí, levantando pesos, caminando más de 20 kilómetros al día y haciendo jornadas de 10 horas laborales, estos “abuelos” pierden hasta las ganas de comer al regresar a sus furgonetas por el cansancio o los dolores corporales y al mismo tiempo se preguntan cuánto tiempo durarán las mercancías que ellos mismos colocan en los carros. Un libro para remover conciencias y hacernos muchas preguntas de las que sabemos las respuestas.

Como un pueblo o tribu errante de la Biblia, trabajadores sin hogar e ínfimas esperanzas, probablemente irreales, se desplazan por solitarias carreteras de Estados Unidos, a edades en las que sus preocupaciones tendrían que ser cuándo voy a ver a mi nieto ó si tomo café o té en la reunión con mis amigos. La prohibición del trabajo infantil es una conquista de nuestro tiempo en los países más avanzados, quizás la próxima batalla deba librarse porque ningún septuagenario, octogenario ... se vea obligado a malvivir en un coche, ó caravana rodante en busca de migajas, proporcionadas por grandes empresas, de tamaño, no de ejemplaridad ni de humanidad para arrastrarse al próximo trabajo precarísimo.