No conocía esta novela hasta que vi que Javier Ruescas la recomendaba en su canal diciendo que había sido la primera novela que había leído caminando por la calle. Y tenía razón. Literalmente, no se puede dejar de leer salvo para poder cruzar sin que te atropelle un coche. Es adictivo, es claustrofóbico, es angustioso y te roba la vida durante las horas en que te lo lees. Y tiene uno de los mejores finales, (un último párrafo, una última frase) que he leído nunca, de los que te hacen odiar la siguiente página en blanco.
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