El cielo de medianoche

“El cielo de medianoche” es uno de esos libros que quise leer desde el momento en que puse mis ojos sobre él. ¡La edición es tan sumamente bonita! Pero… ¿qué esconde en su interior?

Una narración tranquila, atmosférica, rozando lo poético en sus descripciones que nos trasladan a lugares tan increíbles como el Ártico y el espacio. Y es que, básicamente, tenemos dos novelas en una. Por un lado, tenemos a Augustine, un eminente astrónomo, ya anciano, que ante la evacuación de la estación de observación donde se encuentra, decide quedarse porque el resto del mundo no le interesa. Todo cambia, cuando de repente, aparece una niña. ¿Quién es y cómo ha llegado hasta allí? Por otro, conoceremos a los miembros de la misión espacial Aether que tras años en órbita se encuentran de camino a la Tierra cuando pierden toda comunicación con la misma.

Ambas historias avanzan paralelas, manteniendo en vilo al lector sobre si llegarán a converger. Es importante coger este libro sabiendo que estamos ante una novela de personajes, de sentimientos, de la introspección de personas que se enfrentan a situaciones tan extremas como que la humanidad parece haber desaparecido. Es ahí cuando surgen los arrepentimientos por acciones pasadas y cuándo es más complicado mantenerse cuerdo. Es decir, no es una historia de “fin del mundo” al uso, ni mucho menos, lo que le ha podido pasar a la Tierra es lo de menos.

Me ha parecido una historia muy original, de esas que dan que pensar. Como no hacerlo, teniendo en cuenta que el verdadero tema de la obra es la soledad y el aislamiento (el buscado y el impuesto). Sin embargo, no es una lectura fácil. Reconozco que hay partes, sobre todo al inicio que se me hicieron algo lentas (igual llevaba yo unas expectativas confundidas), pero en la segunda mitad, la obra remonta, teniendo una carga emocional potentísima que no me esperaba y que cambió por completo mi visión del libro. Debo decir, no obstante, que (en mi opinión) la autora da demasiadas pistas sobre el misterio en torno a los personajes, por lo que el plot twist final, en ningún caso me pareció tal.

En cualquier caso, “El cielo de medianoche” es uno de esos libros donde lo importante no es el final, sino el camino. Me quedo con el poder de transmisión de sensaciones de esta lectura: la angustia de angustia al empatizar con los personajes, el frío polar del Ártico que me caló hasta los huesos y, sobre todo, el peso del silencio.