Cumbres borrascosas

5. Relectura. ¡Qué libro, qué historia, qué personajes! He regresado a Cumbres Borrascosas después de muchos años desde que lo leí por primera vez, en aquel momento me impactó y me pareció distinto a todo lo leído anteriormente (además de abrirme paso al resto de clásicos). A día de hoy recordaba muchas escenas como si las hubiese leído ayer, pero he disfrutado tanto de este regreso... Me ha encantado y me ha vuelto a impactar, a emocionar, a desagradar, porque no es una historia bonita de personajes agradables, no no, es una historia que rompe, dolorosa, de pura maldad en muchas ocasiones.

Aquí encontramos a dos personajes que son inolvidables, Catherine Earnshaw y Heathcliff, dos figuras que se aman, sí, se aman. Hay quien dice que esto no es una historia de amor, no estoy de acuerdo. Claro que no es una historia de amor agradable, ni típica, ni romántica al uso. Es un amor que los ataca con crueldad, con el que sufren, un amor dañino, obsesivo, limitante, tóxico... Pero al fin y al cabo, en esta historia se nos habla de dos personas que se aman loca y ferozmente. Dos personajes que difícilmente te van a dejar indiferente (te podrán gustar o no gustar, seguramente más lo segundo que lo primero, pero dudo que los puedas olvidar).

Conocemos este amor tormentoso entre dos jóvenes cuyas almas van de la mano, que no saben vivir el uno sin el otro pero que las circunstancias hacen que así sea... Todo deriva en obsesión, ira, maldad, venganza, mucha necesidad de venganza! Comportamientos que traspasan los límites de la cordura. Maldad hasta tal punto de considerar que hay fuerzas sobrenaturales malignas que actúan detrás de lo que ocurre. Es una historia siniestra, oscura, desagradable e incómoda, ¡pura genialidad!

A día de hoy la he valorado más que en su primera lectura, que la oscuridad que tiene me supuso pérdida del disfrute. En esta ocasión he valorado precisamente esa profundidad tormentosa, el daño y el sufrimiento por la pérdida, esa lucha con los demonios internos, esa obsesión con la muerte y los fantasmas. Esa necesidad de venganza implacable, que te hace sentir una compasión infinita por esas víctimas que la sufren sin si quiera saber bien por qué. El final... ¡menudo final!