La inquilina de Wildfell Hall

Esta es la última novela de la menor de las Brontë y la única que me faltaba por leer. Había leído comentarios muy buenos de esta obra y me la habían recomendado mucho. Varios me habían confesado que era su novela preferida de las hermanas. Me preguntaba si no estaban exagerando. Y no. Es una obra magnífica. La amé.

La abandonada mansión de Wildfell Hall volvió a estar habitada después de mucho tiempo. Su inquilinos son una viuda, su hijo pequeño y una criada. Su vida misteriosa desatará las habladurías del pueblo. Su belleza y melancolía despertarán los sentimientos amorosos de un joven vecino.
Nos encontramos con dos narradores, dos líneas temporales y variedades textuales, todo magistralmente unido por la pluma de su autora. Gilbert narra en primera persona a través de cartas los sucesos, pero le presta la voz narrativa a Helen, a quien leemos en su diario para enterarnos de su pasado. Gilbert nos cuenta que manipula el diario, sabemos que omite fragmentos, no puedo dejar de cuestionarme si conocemos de verdad la historia de la protagonista o solo lo que su enamorado quiere contarnos.
Los temas que aborda no pueden tener mayor actualidad: por un lado, el alcoholismo y sus consecuencias; por el otro (y muy relacionado con el primero), la violencia de género, el papel de la mujer en el matrimonio y en la sociedad. Temas controvertidos y audaces para la época y desarrollados con gran arte.
En conclusión, sumé otro libro a mi lista de favoritos de las hermanas victorianas más famosas.