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Crítica de Celia_0504


Celia_0504
05 August 2022
#RetoEdwardianspirit de la cuenta @victorianspiritsblog, premisa “Libro Sobre la IGM”.

Posiblemente el libro al que más ganas tenia de hincar el diente este año. “Testamento de Juventud” era una obra que lleva muchos años en mi lista de libros de pendientes. Si no me he atrevido con ella antes ha sido, para vergüenza mía, simplemente porque su considerable volumen (más de 800 páginas) me daba respeto o, directamente, pereza, según las circunstancias. Más tonta he sido yo, si me hubiera animado con él antes, antes hubiera podido disfrutarlo.

Nos encontramos ante la biografía de la periodista, escritora y activista política Vera Brittain, la cual narra sus primeros treinta años de vida. Así conoceremos, primero, a la idealista y ambiciosa hija de un fabricante de papel que luchó enconadamente por ser entrar a estudiar a Oxford con el sueño de ser escritora. Y luego veremos como todo su idealismo se trunca con la llegada de la Gran Guerra, a la cual son enviados sus mejores amigos, su hermano y su prometido, el poeta Roland Leighton. La parte central del libro serán las experiencias de la propia Vera como enfermera de guerra en diferentes puntos del conflicto. El último tercio de la biografía nos habla de los años posteriores a la guerra, de la vuelta de Vera a Oxford y de sus primeros inicios en la política y la escritura. Es un testimonio agridulce sobre cómo las heridas que dejó la guerra en Vera fueron, muy poco a poco, curándose. Dejando cicatrices imperecederas en ella, a quien, a veces a regañadientes, no le quedo otra que sobrevivir.

Creo, sinceramente, que nos podría haber elegido mejor libro para esta premisa sobre la Primera Guerra Mundial. Y es que uno de los centros emocionales de este libro es ver como la Primera Guerra Mundial supuso un cambio generacional y de mentalidad tan enorme como brusco. Los herederos de la bien pensante y segura sociedad victoriana vieron como todas sus creencias; cimentadas en el apogeo social, económico y político de Inglaterra durante la vida de sus padres y abuelos; se desmoronaban de una forma catastrófica hasta quedar reducidas a polvo y ruinas. La Primera Guerra Mundial supuso un golpe tan duro como doloroso para todo esos jóvenes, que habían pasado unas infancias seguras y confortables, que daban por hecho que todos los privilegios entre los cuales habían nacido y se habían criado (como la bonanza económica, el bienestar emocional, y el derecho a ser feliz) eran algo indiscutiblemente suyo por derechos y que les pertenecía por entero. Y de la peor forma posible todo ese mundo se vino al traste para dar paso a otro completamente nuevo. Los niños y adolescentes de aquel entonces se vieron obligados a convertirse en adultos más cínicos e inseguros, que cargaban el peso de todos los traumas que un conflicto de proporciones tan enormes les impuso, tanto a nivel emocional como físico. Toda esta transformación ideológica dejó su peso en todas las ramificaciones de la sociedad, tanto en cultura, como en filosofía, como en forma de actuar. Y este cambio progresivo queda muy bien testimoniado en el libro que ahora nos ocupa. de la mano de Vera Brittain podemos ser testigos ese antes, durante y después con todo lujo de detalles y de una forma que sumerge totalmente al lector contemporáneo en esa vorágine de cambios.

Como testimonio de una época “Testamento de Juventud” es una fuente impagable. Para su composición, la autora no solo recurre a su propia memoria en bruto. Se apoya en cartas que recibió o escribió en ese momento, en su diario, en recortes de prensa y lecturas y en los recuerdos de conocidos. El resultado es una crónica fresca y a la vez muy meticulosa, llena de detalles y en la que todo está nítidamente trazado. Tanto detallismo es una de las cosas que más me ha sorprendido, en el sentido de que Vera nos dice a la perfección el día concreto en que sucedió tal cosa, o el momento exacto en que tal persona dijo tal cosa. Es cierto, que hubo momentos en los que está narración se me hizo un poco pesada y densa. Esto me pasó pasó especialmente hacia dl final, con todo lo relacionado con la Sociedad de Naciones. Pero creo que eso se debía más bien a lo poco receptiva que soy a su heredera directa, la ONU. Pero por lo demás, agradezco mucho el esfuerzo de Vera, ya no solo para narrar sus vivencias como enfermera, sino también su historia como hija de un fabricante de papel y sus esfuerzos para entrar en Oxford antes de la guerra. La forma en que representa como todo su idealismo y todos sus sueños poco a poco fueron truncándose cuando se alzaron los tambores de guerra, como se disolvieron a medida que las enfermerías y hospitales fueron inundadas por las masas de enfermos y heridos que las batallas dejaban a su paso. La crisis existencial y humana que ella misma padeció una vez que terminó el conflicto, y la forma en que fue volcándose más en sus estudios, en sus sueños (que la guerra solo había pospuesto, nunca truncado) y en el activismo político, como medios para cambiar el mundo y hacer de él un lugar mejor para las generaciones venideras. Personalmente no pude evitar enternecerme con esto, último en el sentido de que no dejan de ser las esperanzas en las que se cobijaron las perspectivas de muchas de las personas que sobrevivieron a la guerra y que querían creer, firmemente, pese a todo, en que después de tanto horror un mundo mejor sí era posible.

Si algo es “Testamento de Juventud” es, en primer lugar, un alegato contumaz en favor de la paz. Desde su posición como enfermera en Inglaterra, Malta y el frente francés, Vera es una testigo de primera fila de los horrores y el sinsentido que la guerra genera. Y pone el énfasis en la forma en que esta crea heridas físicas y mentales en los combatientes y supervivientes de la misma, en el sinsentido que resulta matar a personas a las que no conoces de nada y, por lo tanto, no tienes motivos para odiar. La crueldad, la inutilidad y la virulencia del conflicto son plasmados con un realismo crudo que te produce un nudo en el estómago mientras lo lees. Porque sabes que todo eso fue atrozmente letal y real. Un mundo de pesadilla materializado en plena Europa, y que después ha seguido edificándose en diferentes lugares del mundo y épocas. En ese sentido, y desde mi perspectiva de lectora del futuro que sabe que aconteció después, me resulta de una ingenuidad sorprendente que confiase tanto en el dialogo entre naciones como medio para evitar cualquier otra guerra.

Pero ante todo “Testamento de Juventud” es una canción de amor, una elegía para aquellos que su creadora amo y perdió en la guerra. Y, en general, para todos aquellos que perdieron la vida en los campos de batalla, todos esos nombres conocidos y anónimos. Toda esa generación perdida de jóvenes llenos de ambiciones, talentos y sueños, que tenían sus propias historias y sus propias esperanzas, que tanto podían haber aportado a sus familias y al mundo entero en otras circunstancias. Jóvenes cuyas vidas fueron cruelmente segadas por el sinsentido de la guerra, por las ambiciones y la falta de empatía de unos pocos, que sin ningún tipo de escrúpulos les llevaron a luchar y a morir en pos de unos ideales que pronto se mostraron huecos e insuficientes para justificar el coste que supusieron. Y todo ello sin olvidar el esfuerzo y valor de miles y miles de mujeres que dejaron su vida atrás para enfrentarse a lo desconocido, para convertirse en enfermeras en pleno conflicto mundial, sin saber nada sobre cuidar a enfermos y heridos; y sin saber, realmente, donde se metían. Pero aún así, gracias a su esfuerzo, tesón y dedicación, no pocas vidas se salvaron gracias a ellas.

A medida que vas leyendo las más de ochocientas páginas que componen ese primer tercio de su vida que biografía en este tomo, Vera se nos va presentando como una mujer de matices y contrastes que van emergiendo a lo largo de todo el texto, a medida que su propia forma de pensar y su evolución se van produciendo al son de los avatares de la guerra y la paz. Es imposible que sea una narradora que deje indiferente a nadie. Hay algo profundamente atrayente en Vera,en lo avanzada que era para su época en cuestiones como el feminismo . En su lucha enconada contra todos los obstáculos que se encontró desde su adolescencia, y de recomponerse frente a ellos, aunque aquello doliera más que la propia herida. En la claridad, inteligencia y seguridad con la que expone todos sus ideas y como las argumenta. Resulta cuanto menos conmovedor ver la forma de cómo esta enfermera sin vocación y que solo quería estudiar y ser escritora, se consagró al arte de curar durante los años que duró la guerra, tanto por ella misma como por aquellos que quería y que estaba en el frente, con el fin de sentirse más cerca de ellos. Quizás empezó la enfermería de una forma no exenta de algo de egoísmo, pero el resultado fue terriblemente altruista, acabo consagrándose totalmente a ella, tratando de ayudar a todos aquellos a los que pudo. Y a la vez puede llegar a resultar a veces muy irritante, ya que ella misma no oculta que a veces, pese a todo su bagaje cultural y su apertura de miras,puede resultar increíblemente snob y estar plagada de todo tipo de prejuicios culturales y sociales . Pero, al fin de al cabo, todo esto nos permite comprender y conocer mejor a la mujer que maneja la pluma, a la que no deja de ser la protagonista de esta historia, aunque la misma este dedicada a quienes ya no están. Vera fue una mujer de carne y hueso, con sus virtudes y defectos, sus caídas y sus momentos álgidos, sus complejos y sus miedos. Y todo eso se plasma con todas sus luces y sus sombras.

Mientras leía, muchas veces, no podía evitar comparar a Vera con otra feminista y escritora destacada de su misma época, la cual aparece mencionada en la contraportada de este libro: me refiero, como no, a Virginia Woolf. Tanto Vera como Virginia nacieron en familias burguesas y monetariamente solventes que les proporcionaron una excelente educación y una crianza que, por diferentes medios, les permitió acceder a un mundo intelectual que no estaba al alcance de muchas de sus contemporáneas. Y también, por diferentes medios, lograron convertirse en escritoras y alcanzar un alto grado cultural e intelectual e independencia económica. al final, aunque sus ideas fueran muy avanzadas para la mentalidad de su época ( eso es indiscutible) las dos son, de alguna forma, hijas de la clase social en la que nacieron en sus ideas, y de la estabilidad y confianza que da saber que siempre tendrán dinero en su bolsillo. Y eso se manifiesta en ciertos prejuicios que aun empañan ideas que, insisto, no por ello son menos avanzadas, pero que al final no son validas para una parte de la población femenina. de todas formas, también os digo que me siento más identificada con todo lo que dice y defiende Vera sobre el feminismo y la percibo más abierta de miras en sus ideales. al final se nota que todo lo que ella consiguió en su vida adulta fue, en gran parte, gracias a su propio esfuerzo personal y a su tesón, ya que en ese sentido Virginia tuvo más suerte, ya que gracias a una herencia logró cierto desahogo económico que le permito centrarse en sus escritos . Vera, al fin de al cabo, tuvo que estudiar y trabajar mucho para lograr primero la independencia económica, y luego el respeto de sus colegas de profesión.

Para acabar, solo puedo decir que una de las mejores cosas que le pueden pasar a un lector es que un libro al que le tenia muchas ganas cumpla con sus expectativas. Y no eran pocas las que tenia puesta en “Testamento de Juventud”. Pero, al mismo tiempo, eso ha sido el gran problema con el que me he encontrado con este libro. Aunque se encuentra, de cabeza, en mi lista de libros preferidos de año, estaba más que convencida de que iba a ocupar el primer puesto. Y eso no ha sido así. Ese es el único punto negativo que puedo encontrarle a una lectura que creo, sinceramente, que debería leer todo el mundo en algún momento de sus vidas. El libro es un sobrecogedor relato sobre la guerra y la pérdida, escrito por una mujer fuerte que no tiene miedo en plasmar , ya no solo su propia alma, también como fue esa época tan turbulenta con total veracidad, y en como todo lo que vivió la afecto y la cambio de una forma cruda y conmovedora. La historia de Vera es la historia de miles de personas anónimas que también sufrieron en sus propias carnes todo lo que supuso la I G.M. Sus aportaciones fueron vitales no solo en el momento preciso de la guerra, sino que también ayudaron a que el mundo se levantará después de ello y siguiera adelante, aunque de todos es conocido que apenas 30 años después la historia volvería repetirse. “Quien no conoce su historia está condenado a repetirla” sentencia la cita. Y por eso creo firmemente en el valor de esta lectura, que puede enseñar al lector moderno que todo lo que estamos viviendo ahora no se diferencia tanto a lo que ocurrió a principios del siglo XX. En nuestras manos está impedir que no se repita las barbaries y las masacres que, por desgracia, tanto han caracterizado el paso del hombre sobre la tierra.

Lo único que puedo decir es que este libro ha venido para ocupar ya no solo un puesto importante en mis estanterías, sino también en mi memoria. Es un libro de muertes, sufrimientos y dolor, pero también de valor, renacimiento y esperanzas. Es la vida misma, y por eso impacta tanto leerlo.




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