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Ha sido una historia dura, a la vez que por medio de toques de humor la autora ha proporcionado esa esperanza y rayos de luz entre esos oscuros días que pasó ingresada. La pluma con la que está contada es una a la que estoy poco habituada a leer, la narración trata de ser cercana, ágil y sencilla, y al inicio me costó un poco hacerme a ella, pero tras unos capítulos conseguí adentrarme mejor en el diario y lo sentí como si fuera una amiga que contaba sus días dentro de la oscuridad que cargaba y cómo la luz comenzaba a deslizarse cada vez más hasta salir de allí. Me ha gustado mucho descubrir acerca de tantas enfermedades mentales de las que apenas se habla, como puede ser el TLP o el transtorno bipolar, o haber indagado más en otras de las que solo se conoce lo superficial. Aunque se trate de un diario de los días que la autora pasó ingresada en el psiquiátrico, a veces he sentido que algunos personajes actuaban de manera exagerada, como es el caso de Gabriela, pero por otra parte las reflexiones que han salido de estas situaciones me han encantado, abriendo los ojos ante determinadas situaciones que quedan normalizadas o incluso cambios que provocaron en la propia Sydney. Y, por último, quiero recomendar encarecidamente esta novela —o diario—, es una historia muy valiente, la manera en que la autora se ha abierto para mostrar todo lo que no vemos, todo lo que no conocemos, para señalar los prejuicios que no se cumplen, para mostrar su dolor y convertirlo en palabras que pueden ayudar a sanar. |
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