Piedad le quiso rendir un homenaje a su hijo y lo hizo maravillosamente, sin cursilerias ni dramas, y lo que es mejor aún, lo hizo visualizando una enfermedad tabú, recordándonos que obligamos a sus portadores a esconderse haciendo más difícil su vida. Son muchas las reflexiones que nos deja, yo me quedo con esa. Un libro que se bebe en pocas horas, y te deja ese sabor que solo un buen libro provoca. |