Daniel - Voces en duelo

Dos madres, Chantal Maillard y Piedad Bonnet unidas por una cruel coincidencia: el suicidio de sus hijos, ambos llamados Daniel, ambos con prácticamente la misma edad, ambos "pájaros con alas rotas".

Las dos habían ido plasmando en distintas de sus respectivas obras poemas o escritos relacionados con su duelo, con ese dolor innombrable que es la pérdida de un hijo, con su vacío... Y un día se encontraron la una en los escritos de la otra, se reconocieron y decidieron hacer un "diálogo" con esos poemas tan íntimos y compartidos entre ambas.

Ese encuentro se produjo el año 2018 en Málaga, en el Festival de Poesía Irreconciliables. Y de ahí surgió la idea de plasmar esa maravilla en papel... Y la editorial Vaso Roto lo ha hecho con una edición preciosa...

Sin duda me quito el sombrero ante estas dos grandes escritoras, ante estas dos madres, que han plasmado de una manera tan clara su sufrimiento que lo han convertido en mío. Ha sido una lectura dura magistralmente escrita🖤🖤🖤🖤

(Lo he vuelto a releer, creo que no lo voy a guardar en un tiempo para tenerlo a mano.
Quería poner un poema, pero es tan difícil elegir...)

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Es muy fácil limpiar las lágrimas. de un momento a otro desaparecen y no dejan rastro de su paso, de su existencia. Solamente tú eres consciente de que han brotado de tus ojos y surcado por tu cara. Solamente tú eres consciente de su amargor y de los motivos que las han creado. Es muy fácil limpiar las lágrimas cuando estas son exteriores pero no siempre lo son y entonces es cuando todo cambia. Las lágrimas interiores son imborrables. Descienden por todo tu cuerpo y van formando un surco profundo. Un surco que por mucho tiempo que pase sigue ahí, presente, latente. Un surco que con cada lágrima que brota de tu interior se va haciendo aún más profundo. Un surco que te acompaña de por vida.

'Daniel. Voces en duelo' me ha hecho derramar de ambas lágrimas. Mientras estaba leyendo, de forma totalmente inesperada, las lágrimas se abrieron paso y empaparon mi cara. Era imposible detenerlas. No deseaba cortarles su libertad. Tras recomponerme, tras limpiarlas, no se notaba que unos minutos antes habían inundado mi cara. Es en ese mismo momento cuando me percaté de las que no podía limpiar, de las que siempre estarán ahí, las lágrimas derramadas directamente por el corazón. Las que más duelen. Las que siento cada vez que pienso en Chantal, Piedad y sus Danieles. Las que siento cada vez que pienso en todo lo que han vivido. Las que siento cada vez que recuerdo esos versos tan desgarradores. Esos versos que plasman un dolor indescriptible. Un dolor que me gustaría no llegar a sentir nunca.

Han pasado unos días desde que he leído este libro y no lo puedo sacar de mi cabeza. No solamente pienso en las autoras, en sus hijos y en sus versos. Pienso en como hablar sobre él, en cómo plasmar toda su dureza, en cómo plasmar lo maravilloso que me ha parecido. Llevo días pensando en ello y finalmente he llegado a la conclusión de que no hay mejor forma de hacerlo que abriendo mi corazón, plasmando lo que me ocurrió y dejando constancia de cada una de las lágrimas que me ha provocado. No había otra forma de hacerlo y aún así siento que es imposible hacerle justicia, que es imposible plasmar toda su inmensidad, que es imposible reflejar todo lo que contiene, transmite y genera.

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Chantal Maillard y Piedad Bonnett son dos madres, ambas han perdido a su hijo que, causalmente, se llamaba Daniel, y en circunstancias parecidas.

Debido a una casualidad se conocen y plasman en este libro su duelo a través de una poesía maravillosa. Es el dolor de la pérdida en palabras de dos grandes poetas, es conmovedor.

No suelo leer poesía pero está me ha conmovido aunque no volveré a releerlo, es muy triste.