El síndrome de Jerusalén

Novela policíaca, protagonizada por Florián Falomir (Flo para los amigos), un ex-miembro retirado del espionaje español, que tuvo sus aventuras por tierras sudamericanas y caribeñas, después se dedicó a la seguridad privada y ahora tiene una agencia de detectives, junto a un socio, amigo desde la infancia.
Es un personaje entrañable, ya entrado mucho en la cincuentena, irónico, amigo del buen comer y el buen beber (pese a haber sufrido ya dos infartos), de flirtear con mujeres (pese a tener novia oficial de la que está enamorado), de los juegos de palabras (pese a que no siempre son bien recibidos)... pero con un gran corazón, fiel a sus amigos, alegre, entregado a su trabajo...
Tiene muy buena relación con su hermanastra y, aunque sea difícil de entender ya que ambos son hijos ilegítimos de un anticuario armenio, con su padre biológico.
¿Se nota que me ha gustado el personaje?
La novela está narrada por el propio Flo, en primera persona, por lo que todo lo que se describe, lo está desde su punto de vista: los casos que investiga, las personas relacionadas con él (personal o profesionalmente), los lugares que visita, los hechos (tanto del pasado como los actuales). Es por eso que lo más relevante de la obra, coincide con lo que es más importante para Flo en cada ocasión.
El lugar donde transcurre parte de la trama es atípico, ya que no es ni una gran capital, ni un pequeño pueblo, sino Zaragoza, que nos describe con cariño; y también viajamos hasta Jersualén.
En la trama de la novela, se entrecruzan varios casos y varios clientes. Tenemos un encargo del arzobispo para encontrar una talla sin relevancia de la Virgen robada en una pequeña ermita; otro de los familiares de un amigo de la infancia de Flo, para que investigue al amigo; y un tercero, por parte de la hija de un ex-jefe suyo con el que terminó mal, para encontrar a una persona.
Además, se ve implicado en un acto criminal, de cuya investigación es responsable otro amigo de la infancia, lo que en parte es una ventaja, y en parte un inconveniente; ya que no puede actuar libremente como a él le gusta.
Aunque la trama parece rebuscada, cuando la estás leyendo no lo es, todo sigue un camino lógico (aunque un poco por casualidades de la vida).
Altamente recomendable.

Cuando el detective Florián Falomir es contratado para esclarecer el robo de una talla de la virgen que aparentemente no tiene ningún valor especial, no puede imaginar hasta qué punto se van a complicar las cosas. Pronto se verá envuelto en la trama vertiginosa cuya clave podría estar en los misteriosos sucesos de años atrás, cuando tres niños realizaron una serie de supuestos milagros tras una aparición mariana. Las pistas conducirán a Falomir (un inolvidable investigador de origen armenio que merece un puesto de honor en el actual panorama del género negro) hasta la ciudad de Jerusalén, donde entrará en acción la inspectora Martina de Santo, el personaje fetiche de Juan Bolea. Una novela de intriga llena de sorpresas y giros inesperados en la que no faltan los toques de humor y un final extraordinario, a la altura de la originalidad del argumento.

En El Síndrome de Jerusalén Falomir es el encargado de llevar el peso de la narración utilizando la primera persona, que intercalado con el diálogo el resultado es una novela que se lee fácil a lo que contribuye la personalidad del protagonista que atrapa al lector desde el principio con un humor muy peculiar. Seguramente no será la última vez que colabore Faromir con Martina de Santo. Ambos utilizan distintos métodos de trabajo, ella seria y científica, él utiliza más el ingenio.
Entretenida y de fácil lectura. Creo que es todo un acierto el personaje de Falomir, hacen una pareja estupenda de Santo y él.

El titulo de la novela viene por ser El síndrome de Jerusalén una enfermedad psíquica, el afectado se identifica completamente con un personaje de la historia sagrada del Antiguo o del Nuevo Testamento y actúa como tal.

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