Si aceptas un camino, aceptas un regalo. No se devuelve un regalo al vecino y no se devuelven los caminos a los dioses. Un camino le cuesta a la tierra y le cuesta a la gente. Y nunca se hace para deshacerlo. Atrás ya no hay cacería. Un camino es como el día. ¿Quién puede deshacerlo? Si ese día no ha sido bueno, la gente va hacia el próximo. Pero no se deshace un día vivido, porque detrás no hay cacería.
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