Me ha costado un poco entender el libro, la verdad, que para tener tan pocas páginas, me ha costado un poco leerlo, pero me ha gustado muchísimo. Albain, ese niño de 8 años que observa todo de una manera que los demás no pueden observar y que finalmente, sigue haciendo lo mismo cuando se convierte en adulto, me ha resultado un personaje muy interesante. Creo que la conclusión de este libro es que nos tenemos que fijar mucho más en ciertos detalles que pasan siempre desapercibidos a nuestros ojos y que son los que realmente nos hacen conectar con el mundo y con la realidad pura tal cual es, enseñando que formamos parte de un todo, y que el mundo de los vivos y de los muertos está mucho más conectado de lo que pensamos. |