Pensar: Una incitación a la filosofía

Ya hace meses comencé a leer este libro con un propósito determinado: saber cuál era la dificultad de su lectura. Y lo que descubrí me satisfizo. No se trata de un libro de filosofía ligero cuyo contenido resulta obvio. Los títulos de los ocho capítulos de esta pequeña obra no dicen mucho de su contenido, más profundo de lo que pareciera a simple vista. Los titula del siguiente modo: El conocimiento, La mente, La libertad, El yo, Dios, Razonar, El mundo y ¿Qué hacer? (ética), nos llevan por caminos intrincados que nos obligan a pensar con rigor sobre las preguntas fundamentales del ser humano.

En la Introducción nos dice el autor: “La reflexión no nos da de comer, pero tampoco la arquitectura, la música, el arte, la historia o la literatura. Deseamos comprendernos a nosotros mismos, eso es todo”. Unas líneas más adelante, el autor elogia el ejercicio mental que como el físico tienden hacia la salud integral del individuo. “Mens sana in corpore sano” parece querer decir.

Poco más de 300 páginas, pero que te exigen una lectura detenida y clara sobre las propuestas realizadas por Simon Blackburn.

Dice el autor también en su Introducción: “¿Cómo se aprende filosofía? Una manera más adecuada de formular la pregunta sería decir: ¿Cómo se pueden adquirir nuevas técnicas de pensamiento?”. Y en este sentido, una de las pretensiones del libro es dotar al lector de las herramientas de pensamiento que permitan comprender textos de grandes autores de la filosofía.

En Pensar: una incitación a la filosofía, hay textos para desmenuzar de Descartes, Hume, Locke, Leibniz, Berkeley o Kant, sobre los temas universales de la filosofía, contados para el hombre del siglo XXI. Por mi parte continuaré releyendo este libro de introducción a la filosofía.