La invención de Morel

La invención de Morel transita entre la fantasía y la ciencia ficción. Es la historia de un hombre que escapa a una isla desierta para evitar su detención por un delito. Un hecho extraño interrumpirá su soledad para poner patas arriba su ya difícil y precaria situación.

Alabado por Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares nos presenta un personaje en situación límite, que comparte sus días con el lector a través de un diario. El desgaste emocional, la locura de la soledad, el miedo y esos huéspedes inesperados crean un entorno de hostilidad que se contagia. Más allá de las hipótesis sobre el papel de los huéspedes, son las emociones desbordadas y la terrible situación del protagonista lo que genera, desde mi punto de vista, la atención a la lectura, es lo que hace que no paremos de leer. Su caída libre emocional nos hace preguntarnos una y otra vez hasta dónde será capaz de llegar.

No quiero dejar de lado el enigma de los huéspedes. Creo que a lo largo de la historia los lectores adivinemos por dónde van los tiros. El planteamiento me pareció interesante. Finalmente, el misterio se resuelve, pero aún así, y creo que es un buen punto por parte del autor, percibo un ambiente de ambigüedad, no las tengo todas conmigo respecto del desenlace, nunca tengo la seguridad de que lo que se me cuenta sea real o verdadero. Esa sensación es uno de los puntos fuertes de la historia.

La invención de Morel es una obra muy bien escrita, un relato corto con muchos elementos que valen la pena desentrañar o interpretar. Creo que muchos hemos llegado a este libro a través de Borges y hemos leído el prólogo con entusiasmo y curiosidad.

Buen viaje a la isla.