El silencio y los crujidos

Tercer libro que leo del autor, y me deja perpleja porque más allá de la historia contada, hay un submundo de alusiones, reflexiones e interrogativas. No es posible leer sus libros « al primer grado », es decir, quedándose sólo con la historieta, es necesario ahondar e implicarse más. El silencio y los crujidos es la lectura que menos me ha gustado de los libros leídos, empero la alta y estricta calidad de su escritura.

Esta vez tenemos 3 novelas cortas con 3 temporalidades, con 3 protagonistas que se llaman Juan y una esencia femenina que siempre se llamará Una. El nexo de estas historias es la búsqueda de la soledad, de ahí el subtítulo de Tríptico de la soledad, con sus motivaciones, sus limitaciones, sus paradojas.

El primer relato nos lleva a Constantinopla del siglo VI, un estilita o eremita llamado Juan decide vivir sobre una columna porque para él es una manera de acercarse a Dios. El ente sobrevive con la comida que le ofrecen sus adeptos que vienen en peregrinación y le piden ayuda o milagros (nada es gratis en este mundo). A Juan le cambiarán el lugar de su columna, llevándolo a una hondonada dónde tendrá que enfrentarse a otro estilita, esta vez mucho mayor. El nexo que los unirá es Una, una pastora o un demonio disfrazado de pastora que simboliza la tentación. El fin de la historia es abierto y duro; a cada cual de imaginar lo que sucede con los dos estilitas.

El segundo relato es la historia de un biólogo, Juan, que se rinde en Amazonía, sobre un tepuy (meseta plana y aislada) para estudiar una rara especie de rana. Lo transportan en helicóptero y cuando ha terminado su misión vuelve el helicóptero a buscarlo, pero el piloto desaparecerá misteriosamente. Empieza para el biólogo un período de sobrevivencia extrema. En sus cortas andanadas se da cuenta que comparte habitat en el tepuy con una anaconda que se ha aislado de sus congéneres y que también sobrevive. Ambos se acechan, se espían. ¿Quién ganará su sobrevivencia? El final también es abierto y francamente atroz. El biólogo y la serpiente viven en un territorio tan pequeño que se observan en permanencia, Juan termina dándole dotes antropométricas a la anaconda y la tilda de « delicada, rezongona, malediciente ».

El tercer relato acaece en Menorca, más o menos en nuestros tiempos. Busca refugio en una torre, Juan, un ingeniero que se ha vuelto multimillonario con la venta de una aplicación para Internet con fines pornográficos. El suceso es internacional, pero la gente lo odia, muchos han perdido su dignidad con videos comprometedores. Juan no se quiere mostrar en Menorca y vive recluído en su torre en compañía de Una, una anciana que le soluciona los problemas del diario vivir.

Tres relatos con 3 tiempos verbales en la narración para hacer la lectura aún más complicada, diferente, además que cambian los estilos. al autor le gusta incomodar al lector tensando su atención en la incomodidad.
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El silencio y los crujidos es una novela que en realidad son tres relatos largos, que en realidad son las caras de un prisma triangular que comparten, a su vez, tres cosas en común: el nombre de sus protagonistas es el mismo, la soledad es su segunda piel y la obsesión por cumplirla crea columnas, abruptas mesetas y torres protegidas desde donde ocultarse y contemplar que más allá de uno mismo, apenas hay nada.

En este sentido, Jon Bilbao ha creado una novela redonda, donde el punto final se comprende en cuanto lo conectas con el primero.

Mientras que Columna, el primero de los relatos, me pareció curioso y diferente, pero me dejó un poco fría y descolocada, la llegada de Tepuy y Torre en un domingo de insomnio y cielo encapotado me atrapó e hizo que la curiosidad fuera casi más rápida que mi ojo a la hora de terminar su lectura.

En estas tres historias, completamente diferentes las unas de las otras, no es manido ni meramente descriptivo hablar de la soledad, puesto que su manera de manifestarse es aceptar que nos encontramos ante un autor con imaginación (que no es poco decir), que es capaz de crear tres mundos atractivos, cuyos personajes son presas de la necesidad de poner distancia, una distancia que culmina en verticalidad.

Miedo sería escondernos de algo sumergiéndonos de lleno en la oscuridad de los contornos; soledad, en este caso, es alzarnos por encima del mundo y sentir que es esa altura la que nos protege.

Hay cierta pátina de crueldad y desasosiego en los finales de relato, broche que imagino es conscientemente elaborado para crear esa sensación de que nuestros propios muros de piel y hueso no nos protegen ni lo harán nunca. Que esas construcciones no son para admirar, sino para que aceptemos tácitamente que la huida es definitiva.

Me ha parecido un libro bastante destacable y si esta definición os sabe a poco, os diría que me parece de un realismo descarnado, fascinante, una presencia narrativa firme dentro de un panorama que a veces alicae de aburrimiento y obsesión por las mismas temáticas.

Me siento completamente asombrada de haber descubierto un autor como este.

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Tríada de relatos con gran potencia y claridad literaria. Con ciertos ecos de "Cántico por Leibowitz", entre estas páginas se atisba la chispa del eterno retorno y la pulsión constante de los arquetipos existenciales: Juan ("el Hombre") y Una ("el Otro"), abrazados y enfrentados en el anhelo de la soledad ("gnosis", "vida espiritual", "libertad interior") que consume y desespera la vida del mundo y sus individuos.
Virtudes: riqueza de lenguaje y frondosidad de matices que no renuncian a la claridad de la expresión; ricos prismas de significado, símbolos que reverberan e insinúan, así como apertura del texto a la exégesis filosófica.
Puntualización: puede haber cierta pretenciosidad en el primer relato. Es muy difícil intuir la profundidad de los motivos religiosos sin caer en el reduccionismo o en la entelequia, y quizá el estilita que protagoniza la historia participa de ambos.
En cualquier caso, enhorabuena al autor por esta lúcida y maravillosa obra.

Todas las historias de tienen un magnetismo que hacen que quieras seguir leyendo, aun sabiendo que quizás el final va a quedar abierto, como ocurre a veces con los cuentos de Jon Bilbao. El libro es corto y contiene tres cuentos: el primero, sobre el estilita, es quizás el mas críptico. Los otros dos, uno sobre un biólogo perdido en un lugar remoto, y el ultimo sobre el misterioso creador de una web muy polémica, me han gustado mucho.

La soledad como humor negro. Como aviso. Como Columna, como Tepuy, como Torre. Porque todos somos algo anacoretas, o lo hemos querido ser en algún momento; porque todos nos hemos sentido peor que solos, acompañados de serpientes; porque todos vivimos en torres a punto de caerse. Porque la soledad es tan bella como un autor puede imaginarla.