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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
17 June 2019
Bueno, ya sabéis de mi pasión por la colección Rara Avis de la editorial Alba, así que no hace falta que me extienda mucho más al respecto: los colecciono y los voy leyendo poco a poco. Hoy vengo con Seguro de amor, escrito allá por 1914 antes de la Primera Guerra Mundial, y que resulta tan moderna para su época que bien parece el guión de una comedia de enredos de los años treinta o cuarenta, esas que tanto me apasionan.

Lord Harrowby acude a las oficinas de Lloyds (famosa empresa de seguros) para contratar precisamente eso, un seguro. ¿Un seguro de qué? Pues aquí viene la peculiaridad: Allan (que así se llama el susodicho lord) se casa en una semana con Cynthia Meyrick, hija de un magnate del petróleo, y el seguro que quiere contratar es contra la eventualidad de que ese matrimonio no se lleve a cabo. Él asegura que se muere por casarse, que está enamoradísimo, que hará todo lo posible para que ese matrimonio se celebre, pero... ¿y si ella cambia de opinión? Pues quiere asegurarse contra eso. Una completa majadería, como se llega a decir en el libro, pero si ese matrimonio no se celebra, y la culpa no es de lord Harrowby, la aseguradora perdería una millonada... Aquí es donde entra en acción Dick Minot, que recibe el encargo de la empresa de asegurarse de que ese matrimonio se celebre como sea, llueva, truene o haga sol. Minot pone rumbo a San Marco, ciudad costera donde va a celebrarse la boda, y cuando en el tren conozca a una maravillosa y deslumbrante joven de la que se enamora perdidamente a primera vista y que resulta ser (seguro que no os lo esperáis) Cynthia Meyrick, la futura esposa de lord Harrowby, empezarán los problemas... y digo empezarán, porque problemas, lo que se dice problemas, van a surgir como setas durante toda la novela.

Como os decía arriba, Seguro de amor es una comedia de enredo clásica en toda regla que tiene cierto aire británico pero que en realidad fue escrita por un norteamericano, lo que se traduce en una comedia yanqui que bien podría haber escrito un inglés. Y cuando digo también arriba que fue una novela muy adelantada a su tiempo lo hago porque bien parece una película encantadora de esas que mi admirado Lubitsch o Howard Hawks se sacaban de la manga ya bien adentrados los años 30 o 40. Los productores de Jolibud debieron pensar lo mismo que yo, porque la novela tiene adaptación precisamente de esos años (1940). Todavía no he podido echarle la zarpa, pero tiempo al tiempo...

¿Y qué nos encontramos en Seguro de amor? Pues enredos, muchos enredos, y de todo tipo. Desde el ya comentado amor fulgurante que siente por la futura esposa el hombre que precisamente tiene como misión impedir que se eche atrás en la boda, hasta identidades sospechosas que podrían dar al traste con el dichoso enlace, pasando por personajes de muy dudosa respetabilidad que no se sabe muy bien qué intenciones tienen en todo este asunto, chantajes y resurrecciones inesperadas o robos cometidos por los personajes más insospechados. Además hay que añadir un publicista que está decidido a dar mucho que hablar y a dos periodistas que acaban de perder su trabajo y que, sin saber muy bien cómo, se hacen con las riendas del periodicucho más sensacionalista de la ciudad en el momento más inoportuno.

A todo esto, los capítulos protagonizados por estos dos periodistas son puro teatro escrito en papel. Lees esas escenas y las ves, literalmente, sobre un escenario. Respiran tablas por los cuatro costados, y son de mis capítulos favoritos sin lugar a dudas. Realmente la novela tiene muchas escenas de exterior (barcos, islotes, trenes, coches...) pero no me extraña su adaptación a Broadway, porque la historia se presta a ello por muchos motivos. Ambiente de lujo, millonarios que viven a todo tren sin nada que hacer en todo el día, cenas espléndidas donde la popularidad se mide por el ingenio (ingenio producto de la pluma de un escritor que les escribe esas frases para que se luzcan)... La ciudad de San Marco es como un gran teatro donde suceden muchas cosas de manera muy rápida y además muy ingeniosa, y todo envuelto en un ambiente de cierto glamour trasnochado en el que los americanos sueñan con los títulos nobiliarios ingleses y los nobles ingleses no tienen un penique y se mueren por el dinero de los americanos.

Y es que la narración ágil del autor, los diálogos chispeantes y rápidos, el juego que se traen la mayor parte de los personajes al interaccionar unos con otros, la sucesión constante de hechos/descubrimientos/malentendidos que van impulsando el avance de la crónica de esta semana previa a la boda... todo se conjuga para otorgar naturalidad, elegancia y humor a la historia. El pobre Minot no ha solucionado un entuerto cuando ya se ha producido otro, y va de acá para allá interactuando con todo este variopinto elenco de personajes y poniendo parches en todos los pinchazos que van surgiendo, mientras está cada vez más enamorado de Cynthia y ella no sabe muy bien a qué atenerse ante un hombre que le mira con ojos arrobados y que al mismo tiempo sería capaz de cualquier cosa con tal de que se casase con otro hombre.

¿En qué termina todo? Os he nombrado a Lubitsch y a Hawks, así que no me voy a hacer la misteriosa porque esta es de esas historias que no tiene ninguna doblez y sabes hacia dónde se encamina. Aun así, como en cualquier película de los maestros, lo importante es pasártelo en grande durante el camino y quedarte con la sonrisa en la boca cuando cierras el libro. Qué pena que este autor luego se hiciese tan famoso con sus novelas policíacas y su personaje Charlie Chan, porque ya no le dejaron volver a este género. Nos perdimos a un autor de comedia de enredos maravilloso.
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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