Ojalá tuviéramos más tiempo. Ojalá fueran otros días. Ojalá nada de esto hubiera pasado. Ojalá, ojalá... Pero hace mucho que acepté que estos son los tiempos que nos han tocado vivir, igual que estas son las decisiones con las que viviremos. |
Ojalá tuviéramos más tiempo. Ojalá fueran otros días. Ojalá nada de esto hubiera pasado. Ojalá, ojalá... Pero hace mucho que acepté que estos son los tiempos que nos han tocado vivir, igual que estas son las decisiones con las que viviremos. |
Si existiera un momento concreto en el que la felicidad, de pura, dejara de ser efímera, habría sido ese.
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—¿Qué es para ti un franquista, Homero? —Alguien que mata republicanos. —Vale, me lo merezco. Aunque no me creas, te entiendo. |
Sus amigos, que no tenía, lo conocían como el general Miranda. Sus enemigos, que acumulaba, lo llamaban General Frontera. Un soldado frío, inteligente y cruel al servicio de Franco. Su misión: dominar los pasos fronterizos y eliminar a todos los rojos.
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A lo largo del día veía más zapatos que caras y aprendí que, si la cara es el espejo del alma, los zapatos son, sin duda, su realidad.
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—Debes saber que la vida no es todo blanco o negro, bueno o malo, indios y vaqueros. El mundo está lleno de matices. Y saber verlos y entenderlos es lo que nos enriquece y lo que nos distingue. —¿Y nos ayuda a elegir? —Sí. Aunque lo ideal sería que no tuviéramos que hacerlo. |
Sabía que no era valiente. Nunca lo había sido. Tampoco era el más chulo de la clase, ni el más fuerte, ni el más rápido ni el más guapo. A mis quince años tenía la eterna incertidumbre de no saber quién era en realidad. Y todavía me angustiaba más el hecho de saber que ninguno de mis amigos se planteaba esas cosas. Ese era yo y mi etiqueta. Ni el guapo, ni el listo ni el fuerte... Era el rarito.
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¿Cómo seguir adelante cuando lo que más quieres lo has dejado atrás? Alguien contestaría que mis huellas son el camino y nada más. Que se hace camino al andar y que, al volver la vista atrás, se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar. |
Cada palabra nueva que sumas a tu vocabulario tiene cierto poder. Puede hacerte petulante o simple, cultivado o interesante, inteligente, soez o maleducado. Una simple palabra puede elevante o aniquilarte.
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La venganza y el amor siempre van de la mano. Cuando al fin te rindes y déjate buscar, es cuando por fin llama a tu puerta.
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¿Cuál es el desayuno favorito de Eleven?