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“Mi nombre es Greta Godoy” es una historia original, fresca y con un fuerte mensaje. Su autora, Berta Bernad, nos cuenta en primera persona, la vida de esta joven a través de una narrativa natural, ágil y amena. Una historia llena de aventuras y desventuras con las que el lector se sorprenderá. Los personajes están bien formados dentro de la particularidad del punto de vista en que está contada y cada uno aporta su toque original dramático o divertido a la trama. Los ambientes, paisajes, ciudades y demás entornos se encuentran muy bien documentados. Las calles y lugares en los que la protagonista se mueve son descritos con esmero, seguridad y delicadeza. La novela está conformada por tres partes, en un inicio se nos presenta el conflicto de la protagonista sobre su decisión de dejar su vida como influencer para reencontrarse consigo misma. Con este prólogo la historia arranca fuerte y promete. En la segunda, descubriremos cómo su vida ha evolucionado desde su llegada a Londres, convirtiéndose en una persona que no se reconoce así misma. Por último, y más sorprendente, nos encontraremos con una tercera parte que rompe con la estructura de las dos anteriores relatando qué sucede con la vida de Greta tras su decisión. El mensaje que, sin duda, intenta transmitir la autora no es solo exponer desde un caso concreto cómo surgió el fenómeno Instagram, cómo las marcas se valen de ella para comercializar y hacer publicidad y mostrar la cara B del fenómeno influencer como un trabajo exigente, con exposición pública y cien por cien exigente, sino que va más allá y nos sumerge de lleno en un mundo de fama y popularidad en el que nada es lo que parece. Desde el personaje de Greta podemos vislumbrar cómo surgen las primeras influencers, lo que un “me gusta” hace en la autoestima y el ego, cómo poco a poco esto hace que busques la aceptación de los demás otorgándote inseguridad ante las propias decisiones. Así mismo, critica la adicción que crean las redes sociales, cómo nos absorben y evitan que conozcamos a las personas que nos rodean, la pérdida de tiempo que supone el pasar horas pegadas a la pantalla en busca de aceptación o investigando en perfiles de vidas que no conocemos, la superficialidad en las que sumergimos nuestro día a día, lo efímero y rápido que transcurren los acontecimientos solo por tener esa fotografía que se gane el reconocimiento de los demás. Y así un sin fin de puntos más. Greta se va haciendo consciente de todo ello a lo largo de la trama y eso hace que no se sienta bien consigo misma. A través de su personaje el lector abre los ojos y comprende mejor el mundo de las influencers y todo aquello que se mueve detrás de unos perfiles de vida aparentemente perfectos. del mismo modo lo acerca y le descubre el mundo de la moda y las grandes marcas. Todos los personajes que se encuentran en la vida de Greta están dotados de grandes personalidades y una gran influencia en su vida. Destacaré que los romances que Greta mantiene a lo largo de la novela son un claro reflejo de las relaciones actuales y que cada uno de ellos ayuda, de una forma u otra a conformar la vida de la protagonista y hacerla ser quién es al final de la novela. La tercera parte, completamente diferente al resto del libro, está algo forzada, ya que da un giro radical en cuanto al contexto, y a priori no tiene mucha relación con el resto de la novela, pero si se analiza de forma global el lector podrá encontrar que en cierta forma esa última parte dota de sentido al resto de la novela ya que la vida de una persona da giros inesperados y de lo que se trata es de buscar la propia felicidad. Personalmente, me hubiera gustado que esta última parte se hubiera desarrollado aún más. Si hay algo negativo que destacar mencionaré que los acontecimientos suceden demasiado rápido y a veces, cuando uno de ellos da un buen golpe emocional, no da tiempo a digerirlos. En conclusión decir que “Mi nombre es Greta Godoy” es una lectura fantástica para este verano, ya que es amena y a su vez hace reflexionar sobre lo verdaderamente importante en la vida, la mucho que nos intoxican las redes sociales y la opinión de los demás y lo poco que paramos a respirar y descubrir la belleza de lo que nos rodea. |
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