Desde que me alcanza la memoria siempre he tenido un don para quedar mal.
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Desde que me alcanza la memoria siempre he tenido un don para quedar mal.
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La soledad es un concepto anglosajón. En Ciudad de México, si eres el único pasajero en un autobús y alguien sube, no solo se sentará a tu lado sino que se recostará en ti
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Supe con una certeza repugnante que siempre que tuviera que elegir entre los niños y yo o las drogas, Noodles elegiría las drogas.
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La soledad es un concepto anglosajón. En Ciudad de México, si eres el único pasajero de un autobús y alguien sube, no solo se sentará a tu lado sino que se recostará en ti.
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"Los suspiros, el ritmo de nuestros latidos, las contracciones de parto, los orgasmos, acaban todos por acompasarse, igual que los relojes de péndulo colocados uno cerca del otro pronto sincronizan su vaivén. Las luciérnagas en un árbol se encienden y se apagan como una sola. El sol sale y se pone. La luna crece y mengua y el periódico suele caer en el porche a las seis y treinta y cinco de la mañana. El tiempo se detiene cuando alguien muere. Por supuesto se detiene para ellos, quizá, pero para los que sufren la pérdida el tiempo se desquicia. La muerte llega demasiado pronto. Olvida las mareas, los días que se alargan y se acortan, la luna. Hace trizas el calendario. [...] El problema es que cuando vuelves a la vida normal, todas las rutinas, las marcas del día a día parecen mentiras sin sentido. Todo es sospechoso, una trampa para adormecernos, para volver a arroparnos en la plácida inexorabilidad del tiempo." (Pág.405). |
¿Y si nuestro cuerpo fuera transparente, como la puerta de una lavadora? Qué prodigio observarnos por dentro. Los deportistas correrían con más ahínco, bombeando sangre a toda máquina. Los amantes harían más el amor. ¡Hostia! ¡Mira esa descarga de semen! Las dietas mejorarían: kiwi y fresas, remolacha cocida con crema agria.
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Nada importa mucho, ¿no? Me refiero a importar de verdad. Sin embargo a veces, de pronto, durante apenas un segundo, se te concede la gracia de creer que sí, que importa muchísimo.
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La gente pobre está acostumbrada a esperar. La Seguridad Social, la cola del paro, lavanderías, cabinas telefónicas, salas de urgencias, cárceles, etcétera.
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¿Y si nuestro cuerpo fuera transparente, como la puerta de una lavadora? Qué prodigio observarnos por dentro. Los deportistas correrían con más ahínco, bombeando sangre a toda máquina. Los amantes harían más el amor. ¡Hostia! ¡Mira esa descarga de semen! Las dietas mejorarían: kiwi y fresas, remolacha cocida con crema agria
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Por favor. ¿Podrían limpiarle los ojos? —A la mierda sus ojos. —Inclínate un poco, Jesse. Le lamí la sangre de los ojos. Tardé mucho rato; la sangre estaba espesa y reseca, pegada en las pestañas. Tenía que escupirla a cada momento. Con el cerco rojizo, sus ojos despedían un destello ambarino. —Eh, Maggie, a ver esa sonrisa. |
La leyenda de Sleepy Hollow es un relato corto de terror y romanticismo, se desarrolla en los alrededores de...