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Aunque a muchos de nosotros miss Shepherd nos pueda parecer una mujer adorable, muy pocos seriamos capaces de dejar que se instalara en nuestro jardín, y mucho menos, que utilizara el corazón de toda casa. El retrete. Ni pestañeo, mi respuesta es no. La dama de la furgoneta es una mujer alejada del orden y aseo personal y después todo lo que queráis, pues a mi con ciertos efluvios imposibles de erradicar, se me acaba la bondad. Ya puede tener distorsionadas todas las capacidades psíquicas y que sus extravagancias nos hagan gracia. O jabón o puerta, no hay más. Vuelvo a tropezar con un autor que utiliza las muletillas de sus personajes para caricaturizarlos hasta el hartazgo, a mi esto, me asfixia, veo innecesario el abuso. ¡¡Cuanto daño hizo Salinger a la literatura!! ( su guardián, en este aspecto, es insufrible) Sin embargo, Bennett consigue algo inaudito, su protagonista supera, con creces, a la narrativa empleada. No podemos hablar de una novela, sino de una colección de vivencias personales junto a esta mujer que también tuvo sus cosas buenas. El exquisito humor del autor ( algo tenían que hacer bien los isleños) es su mejor aporte, el texto evoluciona positivamente hacia un final que enternece y te hace sentir algo culpable a partes iguales. No nos equivoquemos, miss Shepherd hizo lo que le vino en gana, y en nuestra apreciación de mujer loca, tuvo más libertad que cada uno de nosotros. No puedo darle más nota, el libro tampoco se presta, no hay grandes alardes, Bennett renuncia a ellos de manera acertada. Seguramente sea el mejor tres estrellas, el que más me convenza, y además como respiro a otras densidades y tensiones, viene fenomenal. Empujemos entre todos esta furgoneta mientras miss Shepherd hace señales con sus manos desde el asiento de la conductora. + Leer más |