Antes de empezar a olvidarse , tiene que acordarse , que empezar a acordarse .
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Antes de empezar a olvidarse , tiene que acordarse , que empezar a acordarse .
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Creo que el obstáculo más insalvable era que no nos sentíamos capaces de comunicarnos. Él me exasperaba; yo lo exasperaba. Posiblemente me quisiera, vaya uno a saberlo, pero lo cierto es que tenía una habilidad especial para herirme.
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Tengo la horrible sensación de que pasa el tiempo y no hago nada y nada acontece, y nada me conmueve hasta la raiz.
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Ella me daba la mano y no hacía falta más . Me alcanzaba para sentir que era bien acogido . Más que besarla , más que acostarnos juntos , más que ninguna otra cosa , ella me daba la mano y eso era amor .
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Acaso Dios tenga un rostro de croupier y yo sólo sea un pobre diablo que juega a rojo cuando sale negro, y viceversa.
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La verdadera división de las clases sociales, habría que hacerla teniendo en cuenta la hora en la que cada uno se tira de la cama
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Ella me daba la mano y no hacía falta más. Me alcanzaba para saber que era bien acogido. Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor.
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... me recibió alegremente, sin inhibiciones, otra vez con un beso. Comimos. Hablamos. Reímos. Hicimos el amor. Todo estuvo tan bien, que no vale la pena escribirlo. Estoy rezando: Que dure, y para presionar a Dios voy a tocar madera sin patas.
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Debe ser una regla general que los solitarios no simpaticemos. ¿O será que simplemente somos antipáticos?
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"Quizá yo sea un maniático de la equidistancia. En cada problema que se me presenta, nunca me siento atraído por soluciones extremistas. Es posible que ésa sea la raíz de mi frustración. Una cosa evidente: si, por un lado, las actitudes extremistas provocan entusiasmo, arrastran a los otros, son índices de vigor, por otro, las actitudes equilibradas son por lo general incómodas, a veces desagradables y casi nunca parecen heroicas. Por lo general, se precisa bastante valor (una clase muy especial de valor) para mantenerse en equilibrio, pero no se puede evitar que a los demás les parezca una demostración de cobardía. El equilibrio es aburrido, además. Y el aburrimiento es, hoy en día, una gran desventaja que por lo general la gente no perdona." (Pág.94).
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“La beso, a ella la beso, y no soy hipócrita. La beso como podría morderla, y a veces la muerdo, o comérmela y masticarla y digerirla. Porque hay una desesperada necesidad, casi diría una obligación, de marcar al otro, a la otra, aunque sea con los dientes, y aunque alguno de estos sea postizo. Dejar una marca propia es cosa de vida o muerte, o de muerte solamente, porque la intención subterránea es pasar la muerte, es seguir existiendo después del fin. Y a esos efectos tanto sirve la existencia de un hijo como la de una cicatriz. Después de todo, también el hijo es una cicatriz. Buena definición para proponer a la Academia. Hijo: cicatriz de amor.”