Valeria al desnudo

La vida de Valeria ha tomado un rumbo distinto, rumbo que no incluye a Víctor, pero no por ello es el camino correcto... ¿O sí? Aunque ella intenta ser feliz de esta forma, no puede evitar seguir pensando en él, y él aún menos en ella. Víctor intentará recuperarla y enmendar sus errores, pero Valeria ya no le tiene confianza, y dicen que la confianza es la base de toda relación...


Ya sabéis cómo soy yo con los libros de esta escritora: mientras los devoro sufro, lloro, disfruto y río. Eso es lo que me hace adicta a esta autora: una lección de realidad con lomo y páginas. Y es que las relaciones no son fáciles, no son como en las películas ni en algunos libros. El amor aporta cosas preciosas, pero también puede destrozarte.


Valeria quiere a Víctor, pero no confía en él. Nerea intenta encontrarse a sí misma, pero es difícil cambiar. Lola está con un chico nueve años menor que ella, cosa que le hace tener dudas y ciertos prejuicios. Carmen es madre de improvisto, y aunque adora a su hijo, no puede evitar sentir que le han robado parte de su antigua vida.

Son problemas que podríamos llegar a tener todos y cada uno de nosotros, por eso esta autora se ha ganado a tantos y tantos lectores hasta el día de hoy.

Si habéis leído mis anteriores reseñas (y aunque lo hayáis hecho es poco probable que las recordéis, como es normal) sabréis que Víctor siempre me ha gustado, en otros libros más y otros menos. En el tercero no me gustó su actitud, pero en este sí. He visto una gran evolución entre el primer libro y este último, y con total naturalidad. En Valeria no he visto tanto cambio. Es un personaje que me cae bien, pero al que considero un poco inmaduro, impulsivo y cabezota; en este libro han destacado especialmente estas cualidades.

He disfrutado mucho pasando las páginas, tanto que me enganché y me lo leí en unas doce horas, no me pude despegar de él. No obstante, es el libro más exasperante de los cuatro. La trama básicamente trata de Valeria sabiendo lo que quiere pero negándoselo a sí misma poniéndose excusas baratas mientras que Víctor intenta convencerla de que está equivocada con más paciencia que un santo.

Y es que yo ya sabía cómo acabaría, era demasiado obvio, pero me ha enganchado aún sabiendo el final, así que muy bien hecho, Elísabet Benavent. Eso sí, si Valeria dejase de ser tan cabezota se hubieran ahorrado dos años de tira y afloja, peleas y reconciliaciones. Pero a veces la relaciones son así, ¿no? Sufres y lloras, eres feliz y ríes.

Me da una pena tremenda tener que despedirme de estos dos para siempre, pero es lo malo de los libros: cuando se acaban, se acaban. ¿Sabéis qué es lo peor? Que luego, después de que los personajes te hayan hecho sentir tanto, sientes que los conoces... Vuelves a la realidad y te das cuenta de que Víctor y Valeria nunca han existido. Y duele, y ahí es cuando se ve que un libro te ha hecho sentir tanto. Y con el corazón en un puño me despido de Valeria, Carmen, Lola, Nerea, Borja, Víctor, Bruno y Rai. Me despido de las calles de Madrid, de los recuerdos de sus vacaciones en Menorca (que, por cierto, yo soy de aquí) y en Valencia.

Sé que no he hablado mucho de la trama, más bien me he centrado en la saga en general, pero no quiero destriparlo todo, es una reseña de un cuarto libro. Si no habéis leído esta saga o no habéis probado a Elísabet Benavent, no sé a qué estáis esperando porque valen mucho la pena, muchísimo.
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