Mercedes me dijo una vez que la vida era como una madeja de hilo, que parecía estar horriblemente enredada pero que, al ir deshaciéndolo uno se daba cuenta de que solamente era un hilo enrollado sobre sí mismo, con un principio y un final. Y en cierta forma era así. Los problemas eran nudos y el futuro estaba condicionado por el hecho de qué éramos la misma materia prima que al principio pero más sobada, deshilachada, cambiada.
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