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Crítica de MaiteGil


MaiteGil
16 November 2021
Catalina acaba de cumplir treinta años y su sueño de ser actriz no acaba de cuajar. Vive en un piso compartido con otras cuatro mujeres, una de ellas la dueña del piso que ejerce de madre no oficial de las cuatro chicas, y trabaja de teleoperadora, algo que no se le da demasiado bien. Revisando las pertenencias de su difunta tía abuela Isa, encuentra en el desván de la casa algo que va a cambiar su vida. 

La autora nos ofrece una novela romántica ambientada en Madrid en la época actual. La narración es en primera persona con la voz de Catalina, aunque también tenemos varios capítulos narrados por Mikel. Ambos relatan su vida con la perspectiva del paso del tiempo, por lo que muchas veces te hacen dudar sobre el final de su historia, y a mí me ponía de los nervios en ocasiones. 

Catalina Beltrán tiene treinta años, pero me ha parecido que aún le falta bastante para madurar. Se mete en un lío tremendo por aparentar lo que no es delante sus compañeras de piso. Por mantener la historia le miente a un desconocido y ahí empieza una bola de nieve que no para de crecer. Esa parte es muy divertida, la vemos enredarse en sus mentiras una y otra vez hasta que, con ayuda, decide tomar el toro por los cuernos y tirar para adelante con mucha desvergüenza y aplomo. 

Además Catalina tiene otro problema, y es que es una incansable buscadora del amor que nunca llega, y no ha conseguido estar enamorada nunca pese a lo mucho que lo desea. Me gusta su evolución, va poco a poco descubriéndose a sí misma, aunque para ello tenga que tropezar una y otra vez. 

Mikel Avendaño es un reconocido y polifacético artista plástico. Tras terminar la carrera lucha por hacerse un nombre en el mundo del arte y ahora, diez años después, disfruta de lo logrado. Aunque no es mucho mayor que Catalina lo he encontrado más maduro que ella, puede ser porque él sí que ha logrado el reconocimiento que buscaba y debe de mantener el puesto. A diferencia de ella, Mikel sí que se ha enamorado, varias veces. Su problema es que nunca dura y ha decidido no enamorarse de nuevo, ya que no le compensa. 

Fundamentales en la obra son los secundarios, son geniales todos, hasta los que me han caído mal. Eloy, el galerista, será  muy importante para el destino de la protagonista y provocará, al principio, divertidos malentendidos. Las compañeras de piso son brutales. Teresa, la casera, ejerce de madre osa de sus inquilinas, con comidas caseras, mimos y consejos. Elena y Laura, las mellizas de distinta madre, contribuirán a alimentar el nido de pájaros que Cata parece tener en la cabeza. Y Claudia, con la que no se lleva bien, demostrará se buena gente. También es muy divertida la madre de Catalina. 

Se nos plantea un romance entre Mikel y Catalina, un artista reconocido y una impulsiva, y algo ingenua, mentirosa compulsiva. Poco a poco vemos cómo se conocen, chocan, se enamoran, se enfadan y lo solucionan, o puede que no. Vemos a una Catalina con la cabeza llena de pájaros que descubre que las cosas no siempre son sencillas, que tiene que luchar por lo que quiere y no tirar la toalla a las primeras de cambio. 

Me gusta mucho la evolución del personaje, y ha sido un placer verla madurar a lo largo de las páginas. La historia de amor es compleja y tendrá sus altibajos, la vida se inmiscuye en la película romántica que ella se monta en su cabeza y en ocasiones me apeteció darle un grito para que despertase de una vez.

Mikel por su parte tiene sus propios problemas. Esa loca mujer aparece en un momento de sequía creadora, y con una fecha de entrega cercana para unas obras que aún no tiene. Además, hace tambalearse su decisión de no volver a enamorarse, él quiere dedicarse a su arte y dejarse de complicaciones. En algunas partes le cogí algo de manía, pero tampoco es el que el muchacho haya fingido ser lo que no es. 

Me pasé la novela temiendo que no hubiera final feliz, ambos eran demasiado diferentes y la narración desde el futuro genera muchas dudas. Yo soy de las que cree que una novela romántica tiene que acabar bien, para sufrir ya está la vida, pero tampoco me gustan los finales felices forzados. No puedes pasarte sufriendo setecientas páginas para que luego todo se arregle mágicamente. Necesito una resolución que sea, al menos, mínimamente creíble y coherente con lo leído.  

Así que tenía miedo con el final de esta obra, del que había escuchado bastantes malas críticas, pero a mí me ha parecido bien la forma en la que la autora resuelve la trama. El epílogo final, en tercera persona, nos cuenta lo que necesitamos saber y casa bien con el perfil de los personajes.

No llevo demasiados libros leídos de Elisabet, pero sí que he notado una evolución respecto a anteriores obras suyas, me ha parecido una novela algo más madura y menos loca, aunque locura hay bastante. A mí me viene bien así aunque, a veces, no nos guste que nuestros escritores favoritos evolucionen, pero también lo hacemos nosotros. 

Me ha gustado mucho el libro y he disfrutado de la lectura, aunque determinadas partes las encontré algo repetitivas. También influye que este mes iba agobiada con las lecturas, es lo que tiene apuntarte a conjuntas de series, que luego hay que leer las entregas siguientes en meses posteriores. Pero sí que he disfrutado mucho y tengo intención de leer más libros suyos, tanto futuras publicaciones como los anteriores que esperan su turno en la estantería. 
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