Cenicienta no pertenece a nadie

Esta novela es abrumadora. No podés volver a ser la misma persona después de leerla. No vas a volver a mirar la prostitución de la misma forma, ni a ninguna trabajadora sexual sin pensar en el infierno que la persigue. La autora no se deja nada en el tintero al momento de describir escenas truculentas y humillantes. Podés sangrar junto a la protagonista después de una paliza, sentir su asco al tener que practicar sexo oral, o llorar de impotencia junto a ella mientras le practican sexo anal sin su consentimiento. Porque algo que deja en claro este libro, es que la prostitución SIEMPRE es una violación. Una persona ha pagado para usar el cuerpo de otra, y quien entrega su cuerpo no tiene derecho a decir que no. Nunca. A nada
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Tenés que entender que no es un libro que hable de la trata de personas, sino de la prostitución ejercida libremente (¿libremente?) por una mujer que por una u otra razón tomó la decisión de seguir ese camino
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Entre medio, las mafias de los y las proxonetas, las casas de prostitución "más tranquilas" y aquellas que son la antesala al infierno o el infierno mismo, ese del que solo se escapa con la muerte
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Sin duda un libro que se atreve con todo. Puede hacerse difícil de leer, o quizá lo leés de un tirón, porque es imposible desprenderse de tanta miseria y volver a la vida normal como si nada.
Literariamente no es perfecta, tiene muchos clichés, aunque bien usados, y el desenlace es un poco hollywoodense, quizá la autora podría haber buscado otra resolución más realista, pero eso no es lo importante
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Lo importante es que es un libro de denuncia, que abre los ojos, o al menos, el debate intenso sobre un tema que solemos pasar por alto, ignorar o directamente reírnos en algún chiste subido de tono
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¿La recomiendo? Claro que sí. Porque allá afuera hay miles de Cenicientas, invisibles e invisibilizadas, esclavizadas, torturadas. Y siempre, el primer paso para cambiar la realidad es conocerla