Los cuervos

El dramaturgo francés Henry Becque (del 18-4-1837 al 12-5-1889), autor de la Parisina (1885), Las mujeres honestas (1880) y El rapto (1871), entre otras, es uno de los máximos exponentes del naturalismo francés y la ADE ha recuperado acertadamente su Los cuervos, que ha soportado espléndidamente el paso del tiempo, ayudado por la inmortalidad de los pecados capitales del hombre y por el oficio y la carpintería teatral de su autor. de hecho, esta pieza fue puesta en escena por la Comédie Française bajo la dirección de J.P. Vincent en 1982. Para Strindberg, en el artículo « Sobre el drama moderno y el teatro moderno», citado en el prólogo de Jaume Melendres, «en Los cuervos hay una porción de vida, en efecto, pero ningún temperamento [...]. El autor se inspira en la realidad, como a lo largo de toda la obra, aburrida y banal [...], los detalles impiden ver lo esencial. Se trata de un naturalismo mal entendido...». Pero, como bien indica Melendres, Becque y Strindberg coinciden en su afán renovador «sustituyendo la aproximación psicologista a los personajes, propia de la tragedia neoclásica, por su construcción según los parámetros propios de la sociología», aunque se diferencian en su concepto de la mujer, víctima para Becque en contraposición a la misoginia de Strindberg. Asimismo, se incluye un apéndice «La desgracia de Becque» de Louis Jouvet, centrado en derribar su figura. Los cuervos es una pieza feroz, un retrato sutil de las costumbres y usos de la burguesía francesa de la época, de lo despiadado del ser humano, de lo sacrificada que puede ser una mujer por el bien familiar, de la dependencia económica del marido, de la avaricia absoluta y de cómo el dinero puede frustrar un matrimonio y una vida.