Dientes de leche

"El cuerpo siente que es culpa suya. Por crecer. Por ser. Pero el padre la sostiene: quién es mi niña pequeña? Y entonces el cuerpo se encoge hasta que se hace lo bastante pequeño para caber en las manos y en la pregunta de su padre"

Siempre he pensado que tendemos a idealizar la infancia, a concebirla como un momento vital ingenuo, feliz, libre de preocupaciones. Creo que esa visión edulcorada no se corresponde con el violento proceso que supone crecer. Donde parece que el tiempo no frena, que todo a tu alredor pasa sin que puedas controlar nada, que habitas un cuerpo que te es ajeno, y que estás en tierra de nadie, sin poder ir hacia atrás, hacia la inconsciencia, ni hacia adelante, hacia el control.

Este libro refleja infancias turbulentas y atormentadas. Cada relato es una historia de una infancia quebrada por la violencia del mundo. El tránsito hacia la edad adulta se produce casi de un empujón, sin previo aviso. Niños y niñas que son expulsados y escupidos a la crueldad, la muerte, el dolor de lo adulto. Para poder soportarlo, a veces aderezan sus vivencias con tintes fantásticos. Otras responden con violencia.

Un padre maltratador. Un Dios que no está. Una tía abuela que muere. Cuerpos que sangran. Padres que exigen.

Ojo, no son relatos dramáticos. Ni tampoco son historias rocambolescas. Aquí, niños y niñas pasan de ser víctimas a defenderse con uñas y dientes de las violencias que sufren. Y lo hacen a través de historias cotidianas, que pueden ocurrirte a tí, a tu vecina o a tu amiga para demostrar que, durante la infancia, enfrentarse a lo oscuro es la única manera de crecer. No son niños y niñas que generen ternura, sino respeto, e incluso miedo. Y eso es lo que hace de este libro algo diferente e interesante.

No soy aficionada a los libros de relatos y, sin embargo, Dientes de leche ha conseguido mantener mi interés a lo largo de todo el mes que ha durado su lectura. Un libro totalmente recomendado para aquellas personas que están dispuestas a transitar por una niñez que sufre y que a la vez es cruel. Que envenena a quien ose acercarse a su herida. Y que hace lo que sea por sobrevivir.

Dientes de leche de Lana Bastašić es una colección de cuentos que son, individualmente y en su conjunto, un thriller psicológico con toques siniestros y de comedia. Pero, desafortunadamente, también representan una realidad con la que a menudo estamos familiarizados. Es en esta relación entre la ficción y la realidad donde reside el terror del universo de la autora. El hilo conductor de las doce historias son los traumas y las cicatrices que nos acompañan desde la infancia. Los protagonistas de Lana son lxs niñxs y los espacios que habitan: el hogar, el barrio, el patio de la escuela o la calle.

El peso de la vida adulta que se deposita sin piedad sobre las débiles espaldas de lxs niñxs, que les provoca primero confusión, después tristeza y finalmente trauma, queda muy bien reflejado por el lenguaje de la autora. La lectora se verá fácilmente transportada a los hacinados apartamentos de estas familias disfuncionales, a los cuartos repletos de muñecos decapitados; sentirá junto a lxs protagonistas el miedo a las visitas nocturnas del hada de los dientes. Cómo y en qué medida el comportamiento de lxs adultxs afecta a lxs niñxs y sus patrones de comportamiento posteriores, cuánta soledad trae consigo la violencia de lxs xadres son solo una parte de estas historias.

La cerrazón mental, hablar de los sentimientos como una anomalía, la falta de empatía... son características de la xaternidad balcánica. Sin embargo, estos recuerdos de la infancia no parecen haber penetrado en su edad adulta, de la que nada sabemos por las historias. Este vacío de información es el único atisbo de optimismo que Lana nos permite albergar, la única esperanza de que la cadena de traumas se puede romper para siempre. Su escritura es inquietante, con un estilo claramente construido, pintoresco y dinámico, con significados estratificados y emociones intensas.

No es fácil ser pequeño en un mundo de adultos, y este libro lo narra a la perfección. Lana nos muestra un conjunto de relatos que nos acercan a la realidad incómoda que viven muchos niños, ellos son los protagonistas, y desde su visión vamos a comprobar que la infancia perfecta y romántica, muchas veces queda lejos de la realidad.

Cuentos breves, cautivadores, llenos de miseria y ausencia. Realidad que convierte a estos niños en observadores silenciosos y excelentes narradores de sus emociones y vivencias.

En este libro nos encontramos con personajes valientes y decididos, con un lenguaje radical y directo, sin vueltas, donde se puede ver que para crecer primero hay que saber enfrentarse a la cara oscura de la vida.

Leer a Lana es enfrentarse a la cara menos amable de las personas, pero fue una grata sorpresa para mí este libro, siempre es interesante y sumamente poderoso ver ciertas realidades, desde la visión de los niños.

Leer a Lana Bastašić es enfrentarte a la cara menos amable de las personas. Con “Dientes de leche”, novedad de Sexto Piso –y en catalán Edicions del Periscopi-, lo vuelve a conseguir. Solo necesitamos 12 cuentos, breves, hipnóticos y llenos de miseria, para comprobar que la infancia perfecta –edulcoradas y romántica- queda lejos de la realidad. Niñas sometidas a la humillación de un profesor de gimnasia, hermanos que visitan a una tía abuela peculiar, una hija con un padre deprimido y ausente…en salas de espera, casas sucias, colegios con patios grandes. Este es el escenario en el que bailan unos personajes valientes y decididos que nos hacen dudar en cuál fina es la línea que separa el protagonista del antagonista. A esto, súmale un lenguaje radical, directo, sin pelos en la lengua y verás como para crecer hay que saber, primero, enfrentarse a la cara oscura de la vida.

Una colección de relatos con un hilo conductor temático: la perturbación de la infancia, al menos en esa concepción angelical e inocente que solemos asociar a los niños. Bastašić nos muestra que ellos también pueden tener maldad, una maldad real, y no simple picaresca fruto de la inmadurez emocional. Que pueden estar llenos de odio y rencor, por culpa de relaciones paternofiliales cojas o por simplemente ser malos.

También nos muestra la otra cara de la moneda. Cómo se puede ejercer maldad hacia ellos, aprovecharse de su visión incompleta del mundo, de su falta de referentes suficientes para valorar los hechos en una escala moral.

Me ha gustado mucho la idea, al igual que el estilo descarnado de la autora, que claramente busca incomodar y por eso no recurre a medias tintas, sino a la crudeza que exigen estos relatos. En el otro lado de la balanza, se me han hecho un poco repetitivos porque al ser cortos pero redundar siempre en lo mismo mi sensación era de estar estancado en la lectura en lugar de avanzar.