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Crítica de CARMINA


CARMINA
27 November 2018
Nos encontramos ante una novela que se desarrolla en apenas dos meses entre el 20 de marzo de 2012 cuando el Evening Standard publica una noticia en las páginas interiores y de poca extensión sobre la aparición de los restos de un bebé, hasta su resolución el 26 de mayo. Aunque después encontraremos un epilogo que nos sitúa aproximadamente un año después.

Fiona Barton nos presenta una historia desde cuatro puntos de vista, y sólo un personaje Emma lo hace en primera persona, dice la autora que es la voz que ella oía en su cabeza, por eso cuenta su experiencia personal, ella es quién abre y quién cierra la novela, sin embargo no es el personaje que más peso tiene, y ello la dota de una complejidad que no está a la vista del lector, puesto que la novela parece sencilla, pero sólo si te quedas en la superficie. Los otros narradores, todos mujeres con más sombras que luces, lo hacen en tercera persona convirtiéndose en narradores omniscientes.

Antes he comentado que hay un personaje que lleva el peso de la trama, y no solo lo lleva, si no que aglutina las tramas y subtramas, porque todos los personajes confluyen en ella, y enlaza las distintas historias entre sí, a través de la investigación. Y este no es otro que Kate Waters, una periodista que se cruza con una noticia que a cualquiera le hubiera pasado desapercibida por su extensión e importancia, y que ella recorta y mete en su bolso para leerla después con más atención. Podría decirse que Kate es el alter ego de Fiona, quién también tiene esa costumbre, aunque nunca ha tirado de un recorte de ese tipo para un reportaje de investigación, si que le han servido para pergueñar esta historia más compleja de lo que parece, aunque algunos temas se podrían haber explorado más.

Pero he hablado de cuatro puntos de vista y de momento solo he comentado dos, Emma y Kate, las otras dos mujeres de esta historia son Jude, la madre de Emma y Angela cuya hija recién nacida desapareció y nunca se recuperó del golpe, creando una burbuja de dolor a su alrededor, y condicionando de esa forma la vida de la familia. de todos los personajes con quien más me ha costado empatizar y entender es a Emma, ni siquiera ese testimonio directo me acercaba a ella, sin embargo al avanzar la historia, al conocer su pasado y sus vivencias, vamos entendiendo a esa mujer que parece tener sus facultades mentales mermadas, y vivir en constante estado de ansiedad.

A la que no he podido entender de ninguna forma es a la egocéntrica Jude, no he tenido forma de entenderla, ni de comprender su forma de actuar, esa manía de ser el ombligo del mundo y al mismo tiempo otorgarle tanto poder sobre ella al hombre de turno, sin tener en cuenta a su hija. Y Angela me ha parecido creíble, muy humana, pero al mismo tiempo muy repetitiva, un personaje demasiado encerrado en su dolor sin pensar en sus otros dos hijos y su marido. Los pasajes en los que ella es protagonista pueden llegar a aburrir un poco por ser más de lo mismo, aunque posiblemente haya que meterse en la piel de una mujer que haya sufrido una pérdida de tal tamaño para poder entender que vive en un perpetuo día de la marmota.

No todos los personajes de esta novela son mujeres, aunque si los más importantes, entre los hombres nos encontramos secundarios de lujo, sin los que la acción no hubiera podido transcurrir, meros actores necesarios, a algunos la autora los redime, a otros les cogeremos una gran animadversión, y es que Fiona juega en todo momento con el lector, y aunque este resolverá el misterio mucho antes de que la trama finalice, no es lo más importante de esta novela, que cualquier lector que se quede en lo banal tachará de previsible.

Presentados los personajes me queda hablar de los temas, y es que estos son muy variados, y más complejos de lo que pueda parecer a simple vista, aunque alguno podría estar tratado con mayor profundidad.

Las relaciones materno-filiales: Un tema que hubiera dado para mucho más, nos encontramos con tres madres muy distintas entre sí, con relaciones dispares con sus hijos, y de todas ellas con la que más he empatizado es con Kate, aunque solo sea porque es la que tiene una historia más cotidiana, más acorde con mi forma de vida. A Jude no he logrado entenderla, ese egocentrismo me ha cegado, ese poner su felicidad por delante de la de su hija, ese dejarse llevar por la pareja que tuviera en cada momento, para lo inteligente e independiente que aparenta en un primer momento , no me ha cuajado. El tema de Angela es distinto, dicen que un clavo no saca otro clavo, y eso lo puedo entender, la pérdida de un hijo no se suple con otro, pero puestos a vivir, hay que luchar por los que tienes a tu lado, y que el dolor no monopolice toda tu vida. Fiona ha sabido retratar toda la humanidad de esta mujer, la culpa que la corroe desde ese fatídico día, esa necesidad de saber que ha pasado para poder continuar con su vida. Esa montaña rusa en la que se monta cada vez que vislumbra la posibilidad de resolver el misterio que un día terminó con su felicidad.
Las relaciones entre Emma y Jude son muy frías, yo diría que incluso distantes, el lector conforme avance la historia irá descubriendo porque, y posicionándose, aunque no voy a revelar al lado de quién.

Las relaciones tóxicas: Porque a todo no se le puede llamar amor, y las relaciones de Jude con sus parejas se las puede definir de muchas formas, pero yo solo veo personas muy peligrosas, pero también es tóxica la relación que Will Burneside mantiene con el casero de Jude.

Los abusos sexuales: y como estos pueden marcar el resto de la vida a una persona, como el peso de la culpa las puede convertir en personas retraídas, inseguras. Un tema muy actual se mire por donde se mire.

El peso de las mentiras del pasado: Y es que como he dicho todos los personajes tienen más sombras que luces, secretos que esconder, parece que quien más sufre por ello es Emma cuando ve la posibilidad de que salga a la luz aquello que le cambió la vida, pero no menos cierto es que todos y cada uno de ellos tiene cosas que esconder y de esa forma juega la autora con el lector, quien cada vez que aparece una de ellas piensa ¡¡¡Tu eres la culpable!!!

El dolor de la pérdida: No saber que ha sucedido con ese ser querido es uno de los lastres más profundos que puede arrastrar una persona, si además ello se une al gran peso de la culpa el cóctel no puede ser más destructivo para la persona en sí, y para la gente que está a su alrededor, y Fiona lo retrata sin caer en el amarillismo, nos intenta colocar en los zapatos de Angela, aunque no en todo momento lo consigue, al menos conmigo no, porque tanta repetición me sacaba de la novela.

Y por último el tema que más he disfrutado, el declive del periodismo de investigación en pos de la inmediatez, y la lucha titánica de una periodista de pura raza que quiere preservar su trabajo tal y como lo conoce. Se percibe una cierta crítica social, puesto que ese periodismo digital es de mucha menor calidad, muchas veces sin contrastar, incluso el becario que le asignan en muchas ocasiones no está familiarizado con cosas que a cualquier estudiante de periodismo nos cantaban como si fuera el catón.

Como licenciada en periodismo echo mucho de menos publicaciones más serias donde se hacían reportajes de investigación muy trabajados y a los que me aficione en mi época de estudiante, años en los que era frecuente encontrarme con un ejemplar de Cambio 16, o Interviú en mi mochila, por razones obvias no iba a la vista. El periodismo evoluciona como muchas otras profesiones, pero si me perdonan tanta inmediatez, tanto sensacionalismo, perjudica gravemente a la profesión y eso es muy visible y constatable en La Madre a través de Kate Waters y de las escenas que se producen en la redacción.

A pesar de eso Fiona nos presenta a una periodista que cruza los limites de la profesión al involucrarse de forma emotiva con las personas que investiga, es una línea que no se debe cruzar para lograr la objetividad, y no es que a los periodistas no les importen las personas que están detrás de las noticias, pero se tienen que quedar al margen de ello. Con ello Fiona ha conseguido dotar de más humanidad a Kate, por un lado persigue un reportaje, por otro pretende ayudar a Angela y se preocupa por su bienestar cuando intenta mitigar el impacto de las investigaciones, su parte racional y la emotiva están en constante lucha.

No puedo decir que sea la mejor novela que he leído este año, pero si tiene muy buenos mimbres, y a pesar de ser un poco previsible, no es lo más importante, si no esos temas profundos que trata y que en más de una ocasión he echado en falta una mayor profundidad.

Conclusión:

Fiona Barton nos presenta una novela ágil, debido a sus capítulos cortos, aunque también los hay un poco más largos, que tienen al lector en vilo y al constante cambio de voces narrativas, aunque no todas tienen el mismo peso, Kate es la que más capítulos acapara, quizás por ser ese nexo aglutinador de tramas y personajes, es su investigación quien pone en contacto a los distintos personajes y las distintas historias.

Una historia en apariencia sencilla que esconde temas profundos y de gran calado, unos personajes con más sombras que luces y muchos fantasmas escondidos en el armario, que con una lectura atenta seremos capaces de vislumbrar sin quedarnos en lo previsible, que si a la autora le hubiera parecido lo más importante no lo hubiera puesto tan a la vista. ¡¡¡No os parece!!!

Una lectura muy recomendable, a la que yo le hubiera pedido un plus que seguramente hubiera enriquecido más la novela.

Enlace: https://detintaenvena.blogsp..
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