Dicen que lo que no te mata te hace más fuerte. Te lo dicen cuando has vivido algo terrible. Mi madre, Jude, siempre lo decía. El caso es que no acaba de ser cierto: en realidad, te rompe los huesos y te lo deja todo destrozado y mal curado con vendas mugrientas y esparadrapo amarillento, de manera que el resultado es frágil, rechina a la más mínima, y sobrevivir resulta agotador.
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